
La opinión de Paloma Pedrero
Perro o maleta
Los animales de compañía transportados en vuelos internacionales se consideran jurídicamente equipaje facturado a efectos de responsabilidad

Llevar un perro como equipaje en la vida es una de las cosas más hermosas que te pueden ocurrir. Tu equipaje es un compañero, una tripulación, una marinería, el más tierno bagaje de tu historia presente. Que te lo pierdan en un viaje en avión porque pesa más de la cuenta y tienen que meterlo en bodega como una maleta más ha de ser una de las cosas más dolorosas que puedes vivir. Así les ocurrió a una madre y a una hija en un vuelo con Iberia de Buenos Aires a Barcelona.
El can no apareció y adiós al compañero. Las mujeres lo denunciaron y por fin ha salido la sentencia: los animales de compañía transportados en vuelos internacionales se consideran jurídicamente equipaje facturado a efectos de responsabilidad. Esto implica que, en caso de pérdida o muerte durante el vuelo, la compensación económica no podrá superar los mil y pico, salvo declaración previa de valor. ¡Pero, si un animalito no tiene valor monetario, si es un ser vivo por el que daríamos todos nuestros ahorros! La sentencia, dicen, sienta doctrina sobre un vacío interpretativo que había generado disparidad en los tribunales nacionales. ¡Ole, nuestros mejores amigos valen igual que un fardo! Si ya está establecido por ley que tienen alma, ¿cómo es posible que un tribunal europeo dicte semejante dislate?
Pero si en Europa hay 106 millones de perros domésticos, pero si cada día los necesitamos más para poder soportar una forma de vida que nos enferma física y mentalmente. Ellos, entonces, se convierten en nuestra mejor medicación, la mejor psicoterapia, la mejor compañía. Y ahora la rica y avanzadísima Europa va a pagar su perdida como una maleta. ¡Qué desalme! Algunas aerolíneas permiten comprar un asiento extra para colocar el trasportín. Los perros grandes tendrán que hacerlo en jets privados. Siempre el maldito dinero manipulando la vida de los seres vivos a su manera devastadora. De nuevo, sentencias que nos pisotean la esperanza. Recurramos. Recurramos con palabras y actos. Salgamos a la calle con ellos, con su amor.
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