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Pobreza de tiempo

El tiempo es el enemigo, no hay concordia posible

En shock por Paloma PEDRERO
Paloma Pedrerolarazon

Todos somos pobres en algo. Los hay que tienen mucho dinero, pero son pobres en amor; los que tienen amor a raudales pero ni un euro; los que trabajan sin parar pero no gozan de tiempo… Pobres de tiempo, el mal de nuestro tiempo. Tiempo que pasa sin que podamos retenerlo. Luchando por ser jóvenes siempre, sin conseguir mirarnos al espejo y decirnos: disfruta de este instante, chaval, eres lo más joven que serás ya en tu vida. Sabemos que cada año que pasa el tiempo va más deprisa, hasta el frenesí. Por eso los viejitos, aunque tienen más tiempo libre no esperan al semáforo en verde para cruzar. Porque el tiempo se agota, y cuando la sociedad nos lo proporciona con la jubilación, o nos sobra o nos falta tiempo. A los solos o enfermos les sobra tiempo; a los acompañados y contentos les falta tiempo. ¿Han oído alguna vez a alguien decir que vive en armonía con el tiempo? Imposible. El tiempo es el enemigo, no hay concordia posible. Por eso corremos, porque creemos que así sujetaremos a ese diablo que nos come las neuronas, los órganos, la piel, los huesos…

Ese diablo que tiene la batalla perdida y la guerra ganada. Porque él nos irá convirtiendo en pasitas pequeñas y calvas. Y mientras, esta sociedad nuestra de las muchas cosas, imponiéndonos eternas horas de trabajo aburridas. Tanta rutina, tanto levantarse y volverse a agachar. Pobres de tiempo, dicen los sociólogos que nos hemos vuelto. Ni tres horas diarias para el recreo tiene la mayoría currante. Ellas, como siempre, son las más perjudicadas. Trabajo fuera de casa, dentro de casa; despiertas, dormidas… Ahora algunas hablan de que fue un error, de que mejor lo de antes. Los niños al cole y después compra y cafetería con las amigas. Qué va, queridas, eso es esclavitud. Impostura. Porque si hay algo en lo que merece la pena gastar el tiempo es por un sueño, el de libertad.