Opinión
¿Programa de gobierno?
El Pontífice ha compartido su deseo de conformar una Iglesia unida que tenga voz en medio del mundo
El pontificado de León XIV no ha podido comenzar mejor. Con un clima primaveral, la plaza de San Pedro se llenó ayer desde bien temprano con decenas de miles de fieles, amén de las delegaciones oficiales llegadas de los cinco continentes. El nuevo Papa ha proclamado que esta «ya es la hora del amor» que nos hace hermanos a todos los hombres y mujeres. Esta homilía no puede considerarse como el lanzamiento de un programa de Gobierno, aunque el Pontífice sí ha compartido su deseo de conformar una Iglesia unida que tenga voz en medio del mundo. León XIV se ha presentado ante unos y otros con humildad. Ha dicho que ha sido elegido sin ningún mérito propio y que quiere ser un hermano, que se hace siervo para sostener la fe y la alegría de todos los hombres de buena voluntad. También ha destacado que en el mundo hay demasiada discordia, pero que la Iglesia quiere ser levadura en una masa para fomentar la paz y la fraternidad.
Como muestra de este empeño está el encuentro mantenido con Zelenski, con el ánimo de favorecer esa solución pacífica a la guerra que asola su país. Junto a este, ha habido otros encuentros reservados con diferentes líderes mundiales que evidencian cómo la Iglesia siempre abre puertas y facilita cualquier diálogo y reunión que pueda rebajar y anular conflictos, e incluso evitarlos antes de que exploten y estallen. Y, obviamente como primer reto para este Papa se vislumbra una estrategia de paz que destierre la violencia en cualquier latitud.
Dentro de la Iglesia, el Pontífic e León XIV ya ha dado muestras de que quiere imponer un estilo de gobierno en la Iglesia que sea menos piramidal, más horizontal y más participativo, promoviendo, a la vez, que desaparezcan las desigualdades enormes que existen en el plano económico, social y moral.