Ministerio de Sanidad
Protocolo del ébola contra la fiebre hemorrágica
Unas 200 personas en Madrid, la mayoría personal sanitario, vigiladas por su contacto con un fallecido y una enfermera infectados por un virus inédito en Europa: el Crimea-Congo
Unas 200 personas en Madrid, la mayoría personal sanitario, vigiladas por su contacto con un fallecido y una enfermera infectados por un virus inédito en Europa: el Crimea-Congo
El recuerdo del virus del Ébola se hizo patente ayer en Madrid tras confirmarse la muerte de un varón de 62 años y el ingreso hospitalario de la enfermera que lo trató por el virus de fiebre hemorrágica Crimea-Congo (FHCC). Nunca antes se había producido un contagio en nuestro país ni en Europa Occidental por esta enfermedad, frecuente en los países del Este. El Ministerio de Sanidad activó ayer el protocolo establecido por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica para fiebres hemorrágicas virales, lo que supone una coordinación de todas las comunidades autónomas.
Lo singular es que la infección por parte de la víctima no vino importada, sino que fue autóctona. El fallecido se encontraba paseando por el campo, en Ávila, cuando fue picado por una garrapata. El FHCC lo transmiten hasta 30 especies de estos ácaros. Y puede contagiarse de dos maneras: de forma directa, como así lo indica el caso, o bien, el infectado puede estar en contacto con la sangre o los fluidos de un animal que, previamente, haya sufrido la picadura.
Comenzó a presentar síntomas el 15 de agosto, ingresó el 18 y falleció el pasado 25 de agosto en el Hospital Universitario Gregorio Marañón tras una crisis hepática, aunque previamente fue atendido en el Infanta Leonor. Fue en este último donde se contagió la enfermera, que le trató en la UCI y que ingresó en la noche del miércoles en la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital La Paz-Carlos III, el mismo en el que fueron atendidos los pacientes españoles del ébola. En principio, se cree que pudo ser por un contacto con los fluidos del paciente. Como indicó ayer la Comunidad de Madrid, la probabilidad de saber que el fallecido podía estar infectado por el virus era ínfima, motivo por el que las enfermeras no adoptaron medidas especiales de protección. En todo caso, se encuentra estable y evolucionó «favorablemente mejor a lo largo de la noche», según afirmó en rueda de prensa Jesús Sánchez Martos, consejero de Sanidad.
Por este motivo, cerca de 200 personas, en su mayoría personal sanitario, tendrán un seguimiento por parte de la Dirección General de Salud Pública. Así, se vigilará a los trabajadores de Gregorio Marañón y el Infanta Leonor, así como del Carlos III y del Summa, que fueron quienes trasladaron a la contagiada.
Temor en los centros
Según fuentes hospitalarias, sólo en el Infanta Leonor se están siguiendo a cerca de 80 personas, mientras que la cifra en el Gregorio Marañón es superior. Se han dividido en dos listas: las que cuentan con un alto riesgo de contagio y las que lo tienen bajo. Un baremo que depende del grado de contacto que tuvieron con los afectados. En principio, y como sucedió con el ébola, el protocolo a seguir es el mismo: estas personas recibirán dos llamadas al día, en la que tendrán que informar de su estado tras una toma de temperatura. En los casos de mayor exposición, podría haber un aislamiento domiciliario. Las mismas fuentes destacan que hay «un poco de temor» en el personal hospitalario, aunque «saben a lo que se enfrentan». Además, destacaron la entereza tanto de la paciente, que alertó al hospital de su estado, como de sus compañeros, que la han atendido en los últimos días.
«Es bastante similar al ébola, una fiebre hemorrágica, pero menos letal. Son primas hermanas», explica Juan Carlos Gómez, experto en Urgencias y Emergencias del Consejo General de Enfermería. Los síntomas comienzan con fiebre, mialgia, mareo, lumbago, cefalea y fotofobia, aunque también pueden producirse náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y de garganta. Lo habitual es que haya signos de hepatitis. En los casos más graves, los pacientes pueden sufrir grave deterioro renal o insuficiencia hepática tras el quinto día de enfermedad. De hecho, en el tratamiento se utiliza el antiviral ribavirina, con el que se trata a pacientes de hepatitis. En cuanto al periodo de incubación puede ser de uno a tres días, con un máximo de nueve días a partir de la picadura. Si el contagio es por contactar con fluidos o tejidos infectados, es de cinco a seis días, con un máximo de 13. «El problema es que la casuística es pequeña. Los datos no son muy certeros», añade Gómez, que señala que la vigilancia en La Paz-Carlos III «es extrema, después de la mejora de las instalaciones tras los casos de ébola».
Mientras, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad destacó el bajo riesgo de contagio. No en vano, sólo los profesionales sanitarios que tratan a la paciente podrían infectarse, al estar en contacto con secreciones o fluidos contaminados.
Por su parte, la Junta de Castilla y León, comunidad en la que se contagió el fallecido, ha pedido «prudencia» y ha subrayado que va a ser «muy difícil» dar con el origen del virus. Con todo, ha recomendado a los ciudadanos que detecten la presencia de una garrapata que acudan al centro de salud más cercano.
La tercera semana de septiembre, clave
Si en la tercera semana de septiembre no se tiene noticia de ningún nuevo contagio, el virus podría darse por finalizado. Y es que, aproximadamente, entonces habrían pasado los 21 días en los que, según el protocolo, podría producirse una incubación. Así lo estima Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Rey Juan Carlos. Gil, que forma parte de una comisión especial creada por la Consejería de Sanidad Madrileña, afirma que el virus «se había detectado en animales salvajes de Extremadura», pero sin producir contagios. El experto también llamó a la tranquilidad al señalar que «la transmisión no se produce a través de garrapatas comunes, como las que afectan a los perros», sino a especies muy concretas. En cuanto a la coordinación del Gobierno con las comunidades autónomas, opina que favorecerá que «se lancen los mismos mensajes, que se definan bien las formas de contagios y que los protocolos sean los mismos».
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