Barcelona
¡Que te parta un rayo!, maldición posible y probable
¡Que te parta un rayo!, popular maldición con invocación a los más grandes poderes de la naturaleza, no solo es posible, sino probable, sobre todo en verano, cuando las tormentas eléctricas descargan en la superficie terrestre la energía excedente del cielo.
El récord de rayos descargados sobre el territorio español se registró un 17 de agosto en 2003, con un total de 60.201 en una sola jornada; 16.548 en Castellón y 13.867 en Tarragona.
Y no es una cantidad imposible, si se toma en cuenta que cada rayo a los ojos humanos son cientos de descargas eléctricas para restablecer el desequilibrio de una nube con un potencial eléctrico desmesurado.
En días de mucho bochorno y calor, como los que se experimentan en agosto en estepas de pre montaña, la carga eléctrica de la superficie terrestre se convierte casi en un reclamo para las nubes de verano, las espectaculares cumuloninbus, nubes de evolución diurna y desarrollo vertical que se alimentan de las corrientes ascendentes de aire cálido y húmedo.
Francisco Martín León, meteorólogo de la Agencia Estatal de meteorología (Aemet) y jefe del área de Técnicas Análisis y Predicción, ha explicado a EFEverde la variabilidad espacial y estacional de los rayos, relámpagos o "centellas"a las que sigue el trueno. El sonido es siempre más lento que la luz.
La descarga eléctrica puede ser nube-Tierra o Tierra-nube, según la dirección inicial del rayo, que depende de la polaridad, negativa o positiva, respectivamente, de los dos extremos del canal ionizado o cargado eléctricamente que establece la "conexión".
Los rayos positivos (Tierra-nube) son de mayor intensidad y en forma de una única pulsación, mientras que los negativos que "salen"de la nube son múltiples descargas eléctricas que recorren la misma trayectoria inicial de la primera subcarga.
"Para descargar, la nube busca un punto próximo, y materiales conductores", precisa Martín, por lo que los objetos elevados, las áreas de altura, los pararrayos y hasta los árboles son potenciales receptores de rayos.
En áreas de grandes explanadas, como las masas de agua o los campos de golf, advierte, elementos como las cañas de pesca y los palos de golf elaborados con fibra de carbono se convierten en un peligro durante las tormentas.
También están los rayos entre nubes y los "duendes", que se dirigen hacia el cielo, pero esos no los puede medir la red de detección de descargas de la Aemet.
Los sistemas de alerta temprana de tormentas están destinados a informar a los ciudadanos para que tomen las precauciones pertinentes, porque las tormentas son un fenómeno que no se puede controlar, sostiene el portavoz de la Aemet, que cuenta con una red de observación en todo el país, que complementa con información de detección de rayos de Francia y Portugal.
Las tormentas se mueven a gran velocidad y no conocen fronteras, añadió el meteorólogo, que las describe como nubes "a la caza"de puntos donde descargar para restablecer el equilibrio causado en su "circuito"eléctrico por las corrientes de aire cálido ascendente y las descendientes de aire frío.
Estas nubes de grandes proporciones son frecuentes en primavera y verano en tierras de montaña, como los Pirineos y el Sistema Ibérico, con Teruel, Huesca y Lérida a la cabeza, donde se registran los puntos máximos de descarga de rayos.
En otoño, el fenómeno se traslada al Mediterráneo, donde el calor que aún mantiene el mar provoca fuertes corrientes ascendentes, y la mayor incidencia de rayos se trasladan a la costas de Valencia, Barcelona y el archipiélago balear.
La Aemet trabaja desde hace seis meses en el desarrollo del primer prototipo de pronóstico de descargas previstas a 24 y 36 horas, ajustado al territorio español a partir del programa francés "HARMONIE", que coteja variables como la humedad, temperatura y velocidad del viento.
Aunque aún en fase experimental, los resultados son buenos y esperanzadores, con una resolución espacial de 2,5 kilómetros, apunta Martín León.
Las descargas eléctricas de los sistemas de tormentas, subraya, son importantes indicadores de fenómenos meteorológicos adversos que ayudan al predictor en sus sistemas de avisos y alerta, y conocer su comportamiento influye directamente en la
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