Roquetas de Mar
«Siempre morimos nosotros: volverá a pasar»
La comunidad subsahariana denuncia conflictos previos en la zona de Roquetas donde murió un guineano.
Los hechos ocurrieron en torno a las 4:00 horas del día 25. Amisau M. y su amigo Upa iban a bordo de un vehículo que conducía este último. Según relatan en la Asociación de Guinea Bissau de la localidad almeriense de Roquetas de Mar, ambos venían de visitar a unos amigos y se dirigían ya de madrugada a su casa, un modesto cortijo de la barriada de El Solanillo en la que viven otros inmigrantes que trabajan en los invernaderos de la zona. Cuando tomaron la calle Valle de Orotava, se encontraron con un coche que les entorpecía el paso. Muy poco después, Amisau se bajó del vehículo y se dirigió al coche. Había alrededor varias personas de etnia gitana. «Quita el coche, por favor, queremos pasar», les dijo Amisau. «Por aquí no se puede pasar», le respondieron. No hubo más diálogo. Acto seguido, la víctima recibió al menos una puñalada en el abdomen, aunque ayer se comentaba en la localidad que podría haber sido herido también en la espalda. Upa seguía a bordo del coche y escapó del lugar. ¿Las consecuencias? Además del dolor de los amigos y familiares de Amisau, las escenas de violencia que se vivieron durante el día de Navidad en Roquetas de Mar.
La presencia de la Guardia Civil se hizo patente ayer en el barrio de Cortijos de Marín. Cerca de cien efectivos, algunos procedentes de los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) de Sevilla y Valencia, velaban por la seguridad de un municipio en el que hace apenas cinco días todo era alegría tras repartirse 640 millones del Gordo de Navidad. Los altercados vividos la noche del viernes fueron «mínimos», según la Subdelegación del Gobierno. Sobre todo teniendo en cuenta que participaron treinta personas dentro de una población que agrupa a 3.000 subsaharianos. Menos del 1%, como apuntaba el subdelegado Andrés García Lorca.
Tres agentes heridos
Aún así, ha sido necesario redoblar los esfuerzos por parte de las autoridades. Y es que, las imágenes de la pasada noche muestran que la mecha del conflicto se ha encendido una vez más: barricadas, contenedores quemados y lanzamiento de piedras con un objetivo, la calle Valle de Orotava, la zona en la que fue asesinado la madrugada del día 25 Amisau. Concretamente, su ira se concentró en la población gitana que vive de forma mayoritaria en la zona. Tres guardias civiles resultaron heridos y dos de ellos fueron dados de baja por lesiones óseas. Según fuentes cercanas al caso, algunos de los manifestantes que lanzaron cócteles molotov sufrieron quemaduras.
«No va a ser la última vez que ocurra. Siempre pasa lo mismo. Siempre somos los subsaharianos los que morimos», afirmaba ayer a este diario Alioune Sane, de la Asociación de Senegaleses de Roquetas. Y es contundente: «Esto volverá a pasar». No en vano, tiene todavía muy recientes los conflictos que sucedieron en la localidad en 2008, muy similares a los del viernes, cuando un compatriota fue asesinado tras una reyerta. Pero además, asociaciones como la suya ya habían recibido quejas de otros inmigrantes que, obligatoriamente, tienen que pasar a diario por la calle en la que fue asesinado Amisau, un área que se conoce como «los pisos de la Shell» al estar cerca una gasolinera, y que está ocupada en su mayoría por gente de etnia gitana. «Es una zona por la que pasan muchos trabajadores a diario, porque es el único modo que tienen para llegar a los campos donde trabajan», señala.
«Tened mucho cuidado»
«No me sorprende», prosigue Sane, que relata que los incidentes han sido frecuentes. «Los gitanos ocupan la carretera y el arcén. Dejan los carritos de los niños allí. Prácticamente es imposible pasar con el coche. Por muy poco no ha pasado nada otras veces. Dicen: ‘‘Tened mucho cuidado’’», relata. La Asociación de Guinea Bissau señala que tienen la costumbre de dejar un coche para entorpecer el paso. «Siempre lo hacen, te piden que les des un euro, un mechero, un cigarro...», señala este colectivo. Así, algunos trabajadores de los invernaderos han optado por coger la bicicleta para evitar cualquier roce. «Algunos guineanos que viven allí no pueden ni siquiera entrar en su propia casa», aseguran desde este colectivo.
Quien no había tenido nunca ningún conflicto era Amisau, de 41 años. «Un chico muy bueno, muy tranquilo, jamás se había metido en ningún follón. Era muy trabajador», señalan desde la asociación. Llevaba años trabajando en Almería, y en su país de origen, su mujer y varios hijos esperaban reencontrarse con él en España. Quienes sí vivían en la localidad eran sus hermanos, que, como afirma la asociación, están destrozados. Lejos de disputas raciales, ahora están pendientes de dar sepultura a Amisau o de repatriar su cadáver a Guinea Bissau.
Fuentes de la Guardia Civil aseguraron a LA RAZÓN que, si bien todavía se desconoce la identidad del asesino y los posibles cómplices y no se barajan sospechosos, sí «se está investigando» en la barriada en la que se produjo el crimen, por lo que podrían producirse detenciones en las próximas horas. «Estamos en buen camino», les dijeron los agentes a las asociaciones de inmigrantes de Roquetas.
La preocupación de las autoridades se ha centrado en las últimas horas en evitar brotes de violencia racial en la zona. Al cierre de esta edición, la situación era de una «absoluta normalidad», según la Subdelegación del Gobierno. De hecho, y tal como aseguró a Efe un vecino, el Instituto Armado ha recomendado a las familias de etnia gitana que viven en esta barriada que pasen unos días en casas de sus familiares para evitar cualquier tipo de enfrentamiento.
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