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Sin borrón ni cuenta nueva

Su vida pública real se limita a sus 25 amigos y familiares, pero la virtual puede tener miles de seguidores atentos a cualquier fallo. Y la memoria de esos errores no se borra

Sin borrón ni cuenta nueva
Sin borrón ni cuenta nuevalarazon

Su vida pública real se limita a sus 25 amigos y familiares, pero la virtual puede tener miles de seguidores atentos a cualquier fallo. Y la memoria de esos errores no se borra

Ya está ocurriendo. Uno de los cursos universitarios más buscados por los estudiantes es el de «gestor de desechos digitales». El último informe de la página de empleo Jobvite sobre el uso de las redes sociales a la hora de contratar a una persona hará pensar a aquéllos que twitean primero y piensan después. El 93% de los empleadores buscan el perfil del candidato en las redes sociales y el 77% en Google. De este modo, aún antes de sentarte frente al personal a cargo de Recursos Humanos, ellos ya saben dónde fueron tus últimas vacaciones, con quién fuiste y qué opinas de casi todo. Sí, incluso aquello que no te gustaría que se sepa. Ragib Hasan y Randal Burns, especialistas en ciencias de la computación de la Universidad Johns Hopkins, saben esto y han desarrollado un post grado en gestoría de desechos digitales. Y a quien lo haga le irá bastante bien. Según un estudio realizado por la firma Economic Modeling Specialists International (EMSI), especialistas en modelos económicos y laborales, el empleo en este área crecerá más de un 30% en la siguiente década.

La realidad es que nadie quiere hacerse cargo de ser quien contrató al que sale borracho en una foto pero, al mismo tiempo, hay una verdad inequívoca: todos, absolutamente todos, tenemos un pasado en la red. Por lo tanto hay dos alternativas: limpiar tu pasado o mantenerte firme en lo que has dicho y enfrentarte a lo que venga. Si la segunda elección es la tuya, seguir leyendo no tiene sentido. Habría que celebrar tu honestidad, desearte valor y argumentos si llega el caso en que alguien te eche en cara tu pasado. Después de todo, quizás no quieras que te emplee quien no esté de acuerdo con tus opiniones o estilo de vida. Ahora, si prefieres barrer bajo la alfombra, hay varias cosas que deberías saber. Ya sabemos que todos tenemos un pasado y, a menos que seas una niña de 8 años, vistas una caperuza roja y vagues por el bosque para llevar comida a tu abuelita (que, si es el caso, un gusto conocerte y que sepas que mis hijos quieren denunciarte a Greenpeace por cargarte a la población de lobos ibéricos), tener tus redes sociales impolutas garantiza sólo una cosa: mientes.Para los empleadores, las alertas rojas más impactantes resultan ser, según un estudio publicado en Journal of Applied Social Psychology, realizado por Don Kluemper, de la Universidad del Norte de Illinois, y en orden: drogas, alcoholismo, insultos a tus antiguos jefes o colegas de trabajo y mentir sobre tu formación. A esto, y a colación de los últimos eventos, también debería agregarse el humor negro.

Obviamente somos dueños de nuestras palabras...mientras estén dentro de la boca. Pero cuando salen de allí, sea por un medio oral o escrito, nos convertimos en sus esclavos.En general es bastante sencillo cuidar nuestra presencia en las redes. En LinkedIn, por ejemplo, basta ser honesto en nuestra formación y, si resulta inevitable, formar parte de grupos de discusión, tener cuidado con lo que se escribe o al menos explicarlo muy bien para que no queden dudas. Es cierto que siempre se puede mantener privado el perfil, pero hacerlo es ir en contra de la razón de ser de esta red social, cuyo objetivo es que te encuentren. También se pueden borrar los comentarios que tiempo después resulten ofensivos o contrarios a un nuevo conocimiento que nos ha hecho replantear la opinión previa. Pero alguien pudo haber hecho una captura de pantalla de ese comentario y, en ese momento, habrás perdido tu derecho a la equivocación o a la corrección. Y ésa es la lección más importante de internet en este sentido.

Facebook es igual de sencillo en este aspecto, basta con mantener en privado las opciones de publicación y visualización para que nadie pueda saber qué publicas, excepto tus aplicaciones. Y muchas de ellas tienen permiso para publicar y enviar mensajes a tus contactos. Y tú se lo has dado. Esto lo puedes cambiar en Configuración y Aplicaciones. Yo tenía 24. Y es poco. Finalmente llega la red social más compleja: Twitter. Aquí también existen «apps» que pueden enviar mensajes y publicar en tu nombre. Si vas a Configuración y Aplicaciones, seguro tendrás al menos 10 que no recuerdas haber autorizado. A la derecha tienes la opción de Revocar Acceso, basta pulsar en ella para impedir que accedan a tu información o se hagan con tu cuenta. Pero hay más. Probablemente, porque por defecto es así, tu cuenta de Twitter sea pública y si lleva tu nombre real, es muy fácil de encontrar. Puedes hacerla privada, en el apartado de Cuenta y luego Seguridad y Privacidad. Pero eso no impide que alguien te nombre o responda a otros comentarios tuyos o menciones. Twitter es, probablemente, la más pública de las redes sociales. Y si alguien hizo de detective con ella, basta una captura de pantalla para evidenciar lo que has dicho. Aquí, el borrón y cuenta nueva no sirve.

¿La solución? No hay. La tecnología obedece a las leyes de la ciencia y no puede regresar al pasado para enmendar errores. Quizás, como afirma Scot Allen, experto en redes sociales y empleo, en este sentido «el estándar de los empleadores y hasta el nuestro cambiará radicalmente». Eso sí, no dice hacia dónde.