Ciencia y Tecnología

Todo el cerebro en un pendrive

Todo el cerebro en un pendrive
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Guardar el recuerdo de los primeros pasos, del primer beso, de nuestro primer día de trabajo o del nacimiento de un hijo. ¿A quién no le gustaría almacenar su memoria en un disco duro para revivir los momentos felices? El físico teórico Stephen Hawking ha vuelto a plantear la posibilidad: «El cerebro es como un programa instalado en nuestra mente, es como un ordenador. Por ello, teóricamente sería posible copiar el cerebro en un ordenador y lograr, de esta forma, que (éste) viva más allá de la muerte». Hacía esta afirmación en la «premier» del documental que relata su vida y apostilló que, sin embargo, «la inmortalidad sigue siendo un cuento de hadas».

No es la primera vez que se plantea la idea de almacenar nuestra memoria; la ficción, sobre todo, lo ha plasmado en varias ocasiones. La serie británica «Black Mirror», por ejemplo, jugó con la posibilidad de instalar un microchip en el cerebro de los personajes y gracias a él podrían rebobinar sus recuerdos. A pesar de la imaginación de los guionistas y del interés de Hawking por que en un futuro podamos guardar nuestros pensamientos en un USB, los científicos no lo ven tan claro. «Me atrevería a decir que no es muy posible que podamos conseguirlo porque, a diferencia de los ordenadores, nuestro cerebro no guarda la información de forma detallada. Todo lo contrario, la fragmentamos», afirma Juan Lerma, director del Instituto de Neurociencia de Alicante y presidente de la Sociedad Española de Neurociencia (SEN). Cuando guardamos una vivencia e intentamos recuperarla, «nuestro cerebro rellena los huecos que se han creado a la hora de memorizarlo», por eso no siempre conseguimos recordar con nitidez aquello que hemos vivido. Y es que Lerma insiste en que «un cerebro no funciona como un ordenador», a pesar de que algunos divulgadores insistan en compararlos. Xurxo Mariño, neurocientífico de la Universidad de A Coruña, tampoco ve clara la posibilidad de almacenar los «archivos» de nuestro cerebro. «En teoría, dado que el sistema nervioso es una estructura física, no hay nada que impida que la información que guarda pueda transferirse a algún otro tipo de estructura física, pero hay dos problemas importantes para conseguirlo: la complejidad del sistema nervioso humano y que no conocemos con seguridad cómo y dónde se almacenan los distintos tipos de memoria en el encéfalo». Y es que el campo de la Neurociencia es una de las apuestas científicas más fuertes de este siglo. «Es el gran reto de la humanidad para entender la agresividad, cada uno de nuestros comportamientos y diseñar estructuras para mejorar su funcionamiento», explica el presidente de la SEN. Y es que uno de los proyectos más importantes es el Human Brain Project, que coordina a científicos de todo el mundo. Entre ellos, a varios investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid.

Para comprender el funcionamiento del órgano más complejo de nuestro cuerpo ya se han dado los primeros pasos, pero son a nivel molecular. «Han identificado los receptores que nos impiden memorizar algunos recuerdos, aunque las investigaciones van poco a poco». Y es que nuestro sistema neuronal, aunque parezca muy ordenado, no lo es tanto. La memoria se sustenta en células vivas que están sujetas a cambios continuos. Así, es imposible –para la mayoría de las personas– mantener sus recuerdos intactos. Otra de las claves es de carácter fisiológico: «A medida que pasa el tiempo, todos tenemos una pérdida constante e inexorable de neuronas y... sin neuronas no hay memoria», apunta Mariño. No obstante, y a pesar de la imposibilidad (por ahora) de trasladar nuestra memoria a un «pincho», los expertos estiman que necesitaríamos varios centenares de pendrive, ya que, aunque «es un cálculo difícil, los científicos que se han puesto a ello sugieren que la capacidad estaría entre 1 terabyte y 1 petabyte».

Las palabras de Hawking también recuerdan al proyecto –algo disparatado, de acuerdo con algunos expertos– del multimillonario ruso Dmitry Itskov, que quiere realizar el primer avatar humano (ciborg) recreando un cerebro artificial al que quiere transferir la personalidad de una persona al final de su vida.