Sucesos
Un «rescate incorrecto» aceleró la muerte del segundo espeleólogo
«El sábado por la noche, José Antonio estaba consciente y respondía a preguntas». El domingo por la mañana Juan Bolívar le perdió de vista «por la operación de los gendarmes»
Un «rescate incorrecto» por parte de la Gendarmería marroquí del segundo espeleólogo fallecido en la zona del Atlas, el inspector de Policía José Antonio Martínez, «agravó su estado de salud» y pudo acelerar su fallecimiento, según aseguraron a LA RAZÓN compañeros de la expedición que ayer permanecían en territorio alauí.
«El sábado 4 de abril por la noche José Antonio estaba consciente y respondía a preguntas. El domingo 5 por la mañana el único superviviente, Juan Bolívar, perdió de vista a José Antonio por la operación que habían hecho los gendarmes. Bolívar supo entonces que José Antonio había muerto», manifestó un portavoz de la expedición. Para quien no hubo tiempo fue para Gustavo Virués, que pudo permanecer colgado varias horas en el cañón de Ouandrás tras la caída que le causó la muerte. Por su parte, José Antonio sufrió un fuerte golpe en la cabeza que, al cabo de varias horas, resultó ser fatal. Lo cierto es que los agentes marroquíes realizaron varios intentos de rescate, entre ellos uno por helicóptero y otro a través del río. En ambos casos, los resultados fueron infructuosos.
Uno de los principales problemas que detectaron sus compañeros, que han estado en la zona todo este tiempo, es que «los medios que movilizaron los gendarmes no fueron los adecuados para el rescate». España sí contaba con el material necesario para poder acometerlo con éxito, pero el equipo preparado no voló hasta Marruecos hasta que contó con la autorización del Gobierno alauí, cuando en operaciones de este tipo el tiempo juega un papel clave. De hecho, desde el pasado viernes el ministro español de Interior estuvo haciendo gestiones al más alto nivel para que pudieran entrar equipos españoles al país, mientras que se desplazó a la zona un subinspector de apoyo operativo de la Consejería de Interior de la embajada de España en Marruecos. Desde el mismo viernes, España tenía preparado un avión para contribuir al rescate con siete miembros de las Fuerzas de Seguridad. Se trataba de cuatro agentes del servicio de montaña de la Guardia Civil y tres policías nacionales del Grupo Especial de Operaciones (GEO), pero la consigna era que sólo se desplazarían si las autoridades marroquíes consideran necesaria su ayuda y Marruecos autorizaba la intervención. El desplazamiento no se produjo hasta el domingo, cuando el segundo espeleólogo español había fallecido.
Sebastián Álvaro, creador de «Al filo de lo imposible», señala las condiciones que debe reunir un rescate como el que se acometió en Marruecos. «Lo primero, debe haber un médico que atienda a los heridos. O un espeleólogo con conocimientos, de primeros auxilios», afirma. Sobre las técnicas del rescate, hay dos posibilidades. Si el helicóptero hubiera podido descender al cañón, el rescatador habría bajado a través de una sirga, una cuerda de acero anclada al aparato, que tendría que estar tripulado, además por un piloto y otro operario que manejara el torno. El rescatador se deslizaría por la cuerda, anclaría la camilla y ambos –con mucho cuidado para que la camilla no golpeé con las paredes – ascenderían por la sirga. «La Guardia Civil lo habría hecho en una mañana», apunta. Si el descenso en helicóptero fuese imposible al ser un cañón muy estrecho, el rescatador se serviría de cuerdas ancladas a la superficie. Lo correcto en este caso, señala Álvaro, habría sido llevar unos 1.000 metros de cuerda. Allegados de los fallecidos han asegurado que no contaban con cuerdas suficientes. El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, reconoció que el rescate no se desarrolló de la manera más óptima al admitir «disfunciones en la gestión» del operativo. Aunque afirmó que Marruecos «se ha volcado» en el asunto, declaró que el avión con el equipo de rescate español «no estuvo allí en el momento que nos hubiese gustado».
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