Brote de ébola
Una nueva escapada tras huir del ébola
Teresa Romero y su marido planean un viaje para «desconectar»: el destino, unas aguas termales
Teresa Romero aprovechó su primera mañana en Becerreá, el pueblo de su madre Jesusa Ramos, en Lugo, para hacer lo que le gusta: pasear, algo que añoraba tras estar un mes ingresada en el Carlos III. Y es que como ella misma ya contó «después de un mes... necesito moverme». Salió agarrada de su marido Javier Limón, mientras se apoyaba sobre un bastón.
Han venido a desconectar, pero sobre todo a ver a su madre, que el pasado jueves le hizo un caldo de cena. Aprovecharon un momento en el que aparentemente no había medios para salir de la casa de dos pisos y planta baja que tiene su madre para ir a un supermercado próximo a la vivienda. «Y eso que nos han dicho que no había medios», afirmó sonriente Limón al ver como de la nada, en plena calle, salían periodistas.
Pocas palabras más salieron de su boca, salvo para agradecer a una vecina que se aproximó a la pareja con unos chorizos que tenía para ella. Aunque es la peluquera de su madre, asegura que «no conozco a Teresa, pero sí a su madre, que lo ha pasado mal estos días. Ahora se la ve sonriente», relata.
Aguas termales en la montaña
Buscan tranquilidad, e intentan hacer una vida normal. De ahí que la pareja haya comentado con algún que otro vecino que «están pensando hacer una escapada para estar más tranquilos». ¿Dónde? Todavía no lo saben, pero en principio podrían no salir de la provincia de Lugo. En mente, la posibilidad de ir a unas aguas termales que hay en plena montaña en una zona conocida como A charca de Codesito, donde el agua está a unos 21ºC aproximadamente.
No está muy lejos de Becerreá, lo justo para poder desconectar. Porque, aunque Limón parece que ya se ha acostumbrado a los medios de comunicación, a ella todavía se le nota perpleja por haberse convertido en el foco mediático. Quizá sea por eso, o porque todavía necesita reposo, la pareja, tras parar unos minutos a tomarse algo en un bar que está a pocos metros de su casa, se volvió a la vivienda, de la que no salió desde la 13:00 horas. Se veía venir que ayer no iban a estar muy accesibles a las preguntas de los periodistas: «Dile a tus jefes que se ahorren el viaje, porque va a ser en vano», afirmó Limón vía WhastApp. En los comercios a los que acudían, todo el mundo se interesaba por ellos. «¿Cómo lo llevan?», les preguntó una camarera tras servirles un café. «Vamos tirando», respondía Limón, que ha aprovechado estos días para regalar a Teresa un móvil de 500 euros.
Aunque próximamente va a ser nombrada hija adoptiva del Ayuntamiento de Becerreá, lo cierto es que aquí pocos vecinos aseguran conocerla. «Este agosto coincidimos con ella en este bar, sólo te puedo decir que es una pareja discreta», afirma un vecino. «Aunque sus padres son de dos pueblos situados a unos 25 kilómetros de éste, ella creo que nació en Madrid y, al no vivir aquí ni ser de ninguna pandilla, no os podemos contar mucho de ella», añade otro. Un comentario que se repite en peluquerías y otros bares del pueblo. Y es que Teresa «salía con la familia, no tiene pandilla de amigos en el pueblo», explica su prima María del Carmen Rellán Ramos, con la que cenaron ayer.
Quien sí la conoce es José Antonio, «Toni» para sus amigos. «Conozco a ‘‘Tere’’ –apelativo cariñoso con el que la llama en todo momento– desde hace unos 25 años. Venía de vacaciones y en puentes. Y, como todos nosotros, no se perdía una romería. Salíamos de terrazas a tomar copas. A ella le gusta mucho pasear por el monte. Es una persona tranquila, de buen trato, con un nivel cultural alto y agradable». Sus familiares recuerdan que desde pequeña siempre quiso ser enfermera y jugaba a serlo. Ya más mayor, le fallaron las notas: no era buena estudiante.
Una afición, la de caminar, que reafirma Milagros, una vecina a la que suelen comprar huevos. Es el único «hobby» que le conocen. «Este verano hicieron un tramo del camino desde Piedrafita, una ruta que hicieron sin su perro. De él sí que me acuerdo, la verdad», relata una de las camareras de Coco-Loco.
Novios de toda la vida
Pero aunque Teresa lleva una vida tranquila, intenta no perderse las fiestas del pueblo cuando está aquí. «Ahora estamos todos más tranquilos, cuando éramos jóvenes salíamos más. Aunque seguro que mañana intenta venir a Malgosto, una fiesta en la que se comen castañas asadas, panceta... y vino», asegura José Antonio. «La conocí antes de que estuviera con Limón, que es el único novio que recuerdo que haya tenido Teresa. Llevan mucho tiempo juntos, como mínimo desde 1996, ese año ya estaba con Javier porque me acuerdo que bajé a Madrid y me quedé a dormir en su casa», recuerda. «Quizá habla más Javier que ella. Tere es una persona reservada y de buen trato que ha dado una lección importante a todo el mundo al poner su vida en peligro para ayudar a los dos misioneros», añade José Antonio.
Un reconocimiento que en el pueblo sí tienen presente. Teresa ha pasado de ser una persona que trataba de vivir en el anonimato a ser una persona conocida. De hecho, a los vecinos les suena más Charo, la compañera del hermano de Teresa, que ella... En cualquier caso, «nos parece bien que sea nombrada hija adoptiva, aunque es curioso porque no la conocemos mucho», relata otra vecina. Nunca es tarde.
Teresa y su bastón, inseparables
Fue la imagen de ayer. Teresa, muy debilitada, no se separó de su bastón en ningún momento. Pero quizás, dentro de poco, tenga un nuevo punto de apoyo. A escasos metros de la casa de la madre de Teresa, un perro ladra. El jaleo de los focos, las pisadas y, en definitiva un trajín no muy habitual en la localidad lucense de Becerreá, pone nervioso al perro de Jesusa Ramos. Aunque es diferente, verlo trae a la mente de todos a Excálibur, el perro de Teresa y Javier Limón que fue sacrificado en su domicilio de Alcorcón por orden de la Consejería de Sanidad madrileña como medida de precaución para evitar posibles contagios. Al ser preguntado sobre si piensa adoptar en un futuro un nuevo amigo de cuatro patas, Limón prefiere no contestar. Aunque es una posibilidad que se ha estado barajando desde la incineración del perro. Tampoco lo tienen claro en la asociación Mascoteros Solidarios, a la que no han llegado noticias del matrimonio. «Llevo días sin saber de Javier. Me dijo que le diera un poco de espacio. Le he mandado varios whatsapps pero no me ha contestado», dice Carlos Rodríguez, presidente de esta ONG y conocido por haber intentado ayudar a Limón para que Excálibur no fuera sacrificado.
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