Barcelona

¿Y si la tierra no estuviera calentándose?

Al Gore hizo una mediática campaña para sensibilizar sobre el cambio climático. ¿Estaba equivocado?
Al Gore hizo una mediática campaña para sensibilizar sobre el cambio climático. ¿Estaba equivocado?larazon

Si a usted le preguntan si la Tierra se calienta es muy probable que responda sin dudarlo que sí. De hecho, el supuesto calentamiento global del planeta es una de esas verdades científicas que han venido repitiéndose sin pausa en las últimas décadas. Desde los años 70 del siglo pasado, hemos registrado varios periodos de temperaturas récord, al menos si tenemos en cuenta el tiempo que el ser humano lleva registrando científicamente los eventos de la temperie. Sí, no cabe duda, el cambio climático existe, la tierra se calienta y si no ponemos remedio mediante la toma de duras medidas destinadas a la reducción de emisiones de C02 las cosas irán cada vez a peor.

Pero he aquí que nuestra madre naturaleza, huidiza e inaprensible como ella sola, viene empeñándose durante los últimos 15 años en llevarnos la contraria. Es cierto que las temperaturas medias globales de la superficie terrestre han crecido de manera progresiva desde 1970, pero desde finales del siglo pasado (en concreto desde 1998) hasta nuestros días, se ha experimentado un progresivo descenso, más bien un estancamiento de las temperaturas que tiene desconcertados a los científicos. Sobre todo porque, aun manteniéndose en niveles elevados, este parón en el calentamiento ha coincidido con un continuo aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Dicho de otro modo, la Tierra lleva 15 años comportándose de manera diferente a como habían pronosticado todos los científicos defensores de la idea del cambio climático antropogénico, es decir, a mayores emisiones de C02, no se está respondiendo con el temido aumento de las temperaturas. Los datos son verdaderamente sorprendentes. El ser humano ha enviado a la atmósfera entre los años 2000 y 2012 más de 100.000 millones de toneladas de carbono, esto es cerca de una cuarta parte de todo el gas de invernadero emitido por la humanidad desde 1750. Es decir, nunca antes se había cometido la osadía de lanzar tantas moléculas teóricamente responsables del calentamiento. Sin embargo, desde 1998 la temperatura media de la Tierra en lugares cercanos a la superficie (que es el mejor termómetro para medir el cambio climático) ha permanecido invariable en los umbrales de 1 grado por encima de lo registrado en la primera década del siglo XX.

¿A dónde se ha ido entonces el temido calor? ¿Quiere decir eso que el calentamiento se ha detenido? ¿Debemos pensar que los caballos del Apocalipsis climático han dejado de trotar? ¿Tenían razón aquéllos que consideraban que el cambio global era una exageración infundada? Aunque no sean pocos los que sientan la tentación de pensar así, quizá sea el momento de reclamar, de nuevo, la cautela que se pedía también a los que alzaron al aire las más catastrofistas predicciones en los años 90, cuando las temperaturas sí subían sin cesar.

Hay muchas razones que pueden explicar esta pausa en el calentamiento de la Tierra. Una de ellas es que se haya producido algún cambio en la cantidad neta de energía que llega a la Tierra a través de la radiación solar. La temperatura planetaria se regula, fundamentalmente, por el balance entre la energía solar absorbida y la energía térmica que se pierde al rebotar la radiación y escapar de nuevo fuera de la atmósfera. Para enfriar el planeta (o al menos para dejar de calentarlo) sería necesaria una de estas dos condiciones: que llegara menos radiación a la superficie o que escapara más de ella. Parece imposible que escape más cantidad de energía si no hemos hecho los deberes para evitar el efecto invernadero, es decir, si seguimos enviando C02 a mansalva al cielo. En una casa no entra la corriente fresca de la calle si sigues teniendo las ventanas cerradas. De manera que debemos pensar que, parón del calentamiento se debe a un descenso en la radiación procedente el Sol. Algo que también parece incompatible con los datos de la actividad solar, por ejemplo, que nos indican una actividad excepcionalmente virulenta en los últimos años. Algunos modelos han querido encontrar cierta relación entre el descenso de energía neta absorbida y el aumento de la actividad volcánica. Las grandes erupciones como las del Pinatubo (1991) generaron cierto decaimiento en el aumento de temperaturas. Pero este fenómeno dura muy poco tiempo, lo necesario para que precipiten de nuevo las partículas de azufre emitidas, quizá unos tres años, desde luego menos que el lustro y medio que llevamos experimentando la reciente pausa del calentamiento.

Otros estudios han querido culpar de este fenómeno desconcertante al enfriamiento de las aguas del Pacífico asociado al fenómeno de El Niño y La Niña. El actual intermedio en el calentamiento estaría asociado a una potente actividad de La Niña (oscilaciones de temperatura a la baja en el Pácífico Sur que afectan a la circulación del clima en todo el planeta). De ser así, una vez pasado este fenómeno natural volveríamos a sufrir un aumento de las temperaturas coherente con las emisiones de CO2.

Sea como fuera, lo más sensato sería pensar que el actual parón en el calentamiento es fruto de una variabilidad natural excepcional, como quizá también lo pueda haber sido el aumento de la segunda mitad del siglo XX. Pero para tal prudencia sería necesario que la ciencia se despojara de los muchos y muy poderosos intereses políticos y económicos que yacen detrás de cada una de las posturas climáticas, tanto favorables como contrarias a la idea del calentamiento global antropogénico y se dedicara sólo a ser eso: ciencia.