Ciencia y Tecnología
Disney Pixar no solo crea emociones, ahora las mide
Pondrá en marcha un sistema de reconocimiento facial que rastrea las expresiones de los espectadores para evaluar si la película tendrá éxito.
Pondrá en marcha un sistema de reconocimiento facial que rastrea las expresiones de los espectadores para evaluar si la película tendrá éxito.
No es «La Bella y la Bestia», ni lo último de «La Guerra de las Galaxias». Tampoco tiene que ver con Pixar (la cuarta entrega de «Toy Story») o los siguientes desafíos de «Los Vengadores». La próxima revolución de Disney llega de la mano de la Inteligencia Artificial y busca determinar cuánto disfruta la audiencia de cada momento de una película.
Se trata de un sistema de reconocimiento facial bautizado FVAEs (siglas de Autocodificadores factorizados variables), un algoritmo que permite rastrear las expresiones de los espectadores de un modo tan efectivo que, a los diez minutos, anticipa las respuestas de la audiencia para el resto de la cinta.
Para crear este algoritmo se creó una base de datos de millones de «etiquetas» faciales, filmando con cuatro cámaras infrarrojas a los espectadores de 150 salas mientras veían 9 películas distintas, entre ellas la última de «Star Wars» o «El libro de la Selva». En total, se obtuvieron 16 millones de estas etiquetas faciales entre casi 3.200 espectadores, lo que permite reconocer alegría, risa, tristeza, miedo...
Toda esta información, especulan desde Disney, tendrá un impacto mucho mayor que cualquier estudio de marketing y permitirá evaluar, de modo objetivo, el éxito o no, de una cinta. Yison Yue, experto en aprendizaje de máquinas de Caltech, una de las universidades que colaboró con Disney en en este avance, declaraba en una entrevista que «comprender el comportamiento humano es fundamental para el desarrollo de sistemas de IA que exhiben rasgos de inteligencia social. Después de todo, las personas no siempre dicen explícitamente que son infelices o tienen algún problema».
Si bien para algunos se trata de un paso hacia adelante (Apple está trabajando en una tecnología similar), son muchos los actores, directores y escritores que señalan que esto producirá un efecto poco deseado: la creatividad estará al servicio de provocar las emociones «correctas» en el momento preciso. Y eso no siempre es el objetivo de los artistas.
Este no es el primer (ni probablemente el último) avance de este gigante del entretenimiento, que si bien colabora con diferentes universidades, tiene tres institutos de investigación destinados exclusivamente a la tecnología, uno en Suiza, otro en California y el último en Pittsburgh (tenían un cuarto en Boston, pero cerró dos años atrás). Todos ellos, especializados en ciencias de la computación, robótica y tecnología 3D, están englobados bajo el nombre de Disney Research. Y han desarrollado algunos dispositivos sorprendentes, tanto muy conocidos, como el robot esférico BB-8 de «El despertar de la Fuerza (Episodio VII)», como otros menos famosos, pero con mayor potencial.
Una de las más interesantes, sobre todo para mantener entretenidos a los más pequeños de la casa (de edad y también de espíritu) es una aplicación (la primera versión ya fue presentada en pruebas) que combina la realidad aumentada con los libros para colorear. Básicamente, el aprendiz de dibujante ve cómo el dibujo que está pintando sobre el papel cobra vida y se convierte en un objeto en tres dimensiones. Así el elefante de la imagen comienza a girar y muestra todos sus ángulos. Aunque en el papel sólo aparezca de frente. Los expertos consiguieron este efecto creando un sistema predictivo de píxeles que deduce las tres dimensiones de un objeto y lo recrea siguiendo los mismos patrones que hemos usado para pintarlo. La app estará disponible en breve tanto para Android como para iOS.
Centrado también en el dibujo, pero un paso más allá está el Paper ID creado por el Disney Research. En pocas palabras se trata de un papel inteligente que responde a los gestos. El ingenio funciona gracias a pequeñas pegatinas RFID o identificación que se dibujan en el papel. Su peso es el de la tinta con la que se crean y no necesitan de baterías. La pegatina permite la comunicación entre el usuario y el papel de modo directo. Un ejemplo son los libros para niños. Sólo abrirlo, por ejemplo, bastaría para que se escuchara una música, pero girar los dedos sobre un personaje, pasar la mano encima de uno de los dibujos o apenas soplar en una sección de la página puede hacer que el personaje cuente una historia, que el dibujo cambie de color o que aparezcan objetos que hasta entonces eran «invisibles». Al poder conectarse, gracias al RFID, con otros dispositivos, se puede usar también como una partitura que, sólo con agitar la mano (lo que interrumpe la señal de radiofrecuencia y dispara una reacción), aumente el ritmo de un instrumento o lo ralentice. Sus aplicaciones son numerosas, sobre todo en el mundo editorial, ya que apunta a un mundo en el que, por ejemplo los periódicos no se impriman, sólo se actualicen con pasar una mano sobre ellos, se abran enlaces con un golpe de mano y luego se pliegue y se coloque en el bolsillo.
Disney Research también ha creado un robot que responde de modo tan preciso a nuestros movimientos, que es capaz de enhebrar una aguja. Y lo hace a distancia. Así es posible manipular objetos o elementos peligrosos, realizar intervenciones médicas u operar maquinaria pesada.
Finalmente, podemos hablar de RapID, un sistema de tecnología que también recurre a las etiquetas RFID pero para convertir cualquier objeto cotidiano en un mando interactivo. Basta programar la etiqueta con la señal adecuada para que un plato de madera se convierta en el mando de la tele (vale, con controles básicos de canales y volumen), o una raqueta de tenis de mesa nos permita jugar al Ping Pong en la tele. Las aplicaciones son infinitas y afectarán a la industria del entretenimiento en su conjunto, pero también a otros sectores como la arquitectura, la ingeniería o la gastronomía.
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