Redes sociales
Emoticono sonriente: ¿estás feliz o eres feliz?
Tres psicólogas estudian la relación entre los emoticonos y el estado de ánimo, y apuntan a que dependen más de la forma de ser de la persona que de un estado concreto. Su estudio será cada vez más importante en el análisis de la personalidad
Cada vez que reciba un emoji o emoticono con una cara contenta, piense que quien se lo envía no necesariamente tiene un buen día. No está más o menos feliz por algo que le haya ocurrido. Y, en última instancia, el dibujo no está directamente relacionado con el contenido del mensaje. Significa, posiblemente, que esa persona es -por norma general- feliz.
Veámoslo ahora desde la otra acera. Si usted abusa de estos emoticonos significará que es una persona de carácter feliz, amable y abierto. Y lo mismo en sentido contrario. Es la que apuntan tres “ciberpsicólogas” británicas, Linda K. Kaye, Stephanie A. Malone y Helen J. Wall, en un estudio publicado en la revista científica “Trends in Cognitive Sciences”, en el que abordan la relación de estos dibujos que insertamos en los mensajes de whatsapp con la personalidad de sus autores.
La conclusión es que no parecen ser tanto la manifestación de un estado concreto, sino una prueba de la forma de ser de quien los escribe. Y están diciendo de nosotros más de lo que a simple vista pudiera parecer. Estamos, admiten las autoras, en un campo de la psicología aún por explorar.
“La gente está haciendo juicios sobre nosotros basándose en cómo usamos los emojis y éstos no son necesariamente precisos. Es imprescindible investigar cómo esos pueden diferir dependiendo de dónde o con quién está usando esos emojis, como en el lugar de trabajo o entre los miembros de la familia», explican las investigadoras.
El punto de partida es que los conocidos como emojis son “una oportunidad emocionante para los psicólogos para ayudar a revelar algo único sobre el comportamiento humano contemporáneo”, destaca el estudio, que recuerda que la comunicación humana se basa en comportamientos verbales (por ejemplo, el habla) y no verbales (por ejemplo, expresiones faciales).
Ninguno de ellos está presente en un texto enviado por teléfono o por correo electrónico, una forma de expresión que cada vez arrebata más terreno a la presencial. Somos cada vez más seres con relaciones online, virtuales, a distancia, y una “carita contenta” o un emoticono de enfado pueden ser en ocasiones la única pista que demos a nuestro interlocutor de cómo nos encontramos.
“Desde el surgimiento de las redes sociales se ha observado un crecimiento exponencial en la comunicación online, particularmente en formas de interacción basadas en texto (correo electrónico, mensajes, blogs) que pueden ser una herramienta eficaz para comunicar mensajes verbales pero que carecen de los sutiles comportamientos no verbales asociados con la interacción cara a cara”, explican las psicólogas en el estudio.
Este matiz, que cualquier usuario de estas redes ha experimentado alguna vez, se traduce en la enorme dificultad para transmitir, por ejemplo, la ironía, y los frecuentes malentendidos que ocasiona un frío y equívoco mensaje de texto en la pantalla de un teléfono móvil. Para solventar este problema surgieron, precisamente, los emoticonos, toda una suerte cada vez más amplia de caras, gestos, objetos o logos que pretenden llegar a donde el tono de las palabras no llega.
Estos símbolos, surgidos en Japón en los años 90, se han convertido en una expresión de emociones frecuentemente, hasta el punto de que nada menos que el 92% de los usuarios recurren a ellos.
Según explican en su artículo las tres investigadoras, la masiva utilización de emojis en el texto online proporciona un nuevo medio para examinar la función de la comunicación interaccional contemporánea y la representación emocional, entre otras cosas porque quienes los utilizan lo hacen “plenamente conscientes del significado que les quieren dar y de que quieren suplir el significado que no llenan las palabras escritas”.
En su estudio, las investigadoras constatan que el uso de emoticonos tiene un sesgo evidente de edad (son mucho más utilizados por usuarios de entre 18 y 34 años que en edades superiores), pero consideran más importante la evidencia de que “si nos fijamos en rasgos de la personalidad como la amabilidad, hasta qué punto eres amable con otras personas, parece estar relacionado con si usas emojis o no», señala Kaye.
En este sentido, esta ciberpsicóloga constata que este tipo de estudios deberán ser a partir de ahora tenidos en cuenta para determinar la personalidad y la forma de ser de una persona, no solo aquellas manifestaciones en las relaciones cara a cara... mientras sigan existiendo.
(Post data: nótese la necesidad de concluir este artículo con un emoji de cara contenta)
✕
Accede a tu cuenta para comentar