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La escopeta gigante del siglo XIX, diseñada para cazar, que podía matar hasta 50 aves de un solo disparo
La punt gun o escopeta de barca recibe su nombre porque una sola persona no podía sostenerla y se instalaba en pequeñas embarcaciones para poder operarla
La escopeta moderna, sucesora de los mosquetes y trabucos del siglo XVI, llegó en el XIX con la invención del sistema de llave de percusión, que usa un pistón para detonar la carga propulsora en lugar del trozo de sílex que golpeaba el pie de gato contra el rastrillo, como en la llave de chispa. Se utilizaba principalmente para la caza de aves acuáticas, una actividad que, por su práctica generalizada, llegó a poner en peligro en Estados Unidos las poblaciones de aves migratorias, algo a lo que se puso fin a comienzos del siglo XX con diversas reformas legislativas. Pero en ese periodo se inventó una escopeta como no ha habido ninguna otra y que casi se podría clasificar como un arma de artillería: la escopeta de barca o punt gun.
Símbolo de la caza comercial de aves acuáticas en el siglo XIX y también usada en la caza deportiva privada, el punt gun era una escopeta de avancarga de 3 metros de largo y 45 kilos de peso. Estas armas eran demasiado grandes para sostenerlas y el retroceso era tan fuerte que se debían montar directamente en los punts, un tipo de bote pequeño y plano que le dio nombre. Se apuntaba a un grupo de aves acuáticas migratorias y, con un solo disparo, se podía aniquilar a bandadas de más de 50 aves posadas en la superficie del agua. Las escopetas de barca podían tener calibres superiores a 51 mm y disparar 450 gramos de perdigones, lo que dejaba un elevado número de cadáveres de aves que después los cazadores recogían.
Dado que el arma estaba fijada en la barca, el cazador debía mover todo el bote para apuntar. Las armas eran tan poderosas y las embarcaciones tan pequeñas que dispararlas a menudo desplazaba el bote hacia atrás varios centímetros o más.
Para aumentar aún más la eficiencia, los cazadores en punts solían trabajar en grupos de 8 a 10 botes. Colocando sus embarcaciones en línea y coordinando los disparos de sus armas de un solo tiro, podían ‘recolectar’ bandadas enteras de aves con una sola descarga. No era inusual que estos grupos de cazadores lograran capturar hasta 500 aves en un solo día.
Populares en el siglo XIX y hasta comienzos del XX, estos cañones eran un medio eficiente y económico para satisfacer las necesidades de un país. No solo alimentarias, dado que las plumas eran muy demandadas en el mundo de la moda femenina entonces. Debido a esa demanda y a los cazadores comerciales decididos a satisfacerla, las poblaciones de aves acuáticas en los Estados Unidos se desplomaron a finales del siglo XIX y principios del XX.
Para 1860, muchos estados habían prohibido el uso de las escopetas de barca para cazar, pero era una medida que solo afectaba a parte del país y se demostró insuficiente. En 1900, la Ley Lacey, que buscaba limitar la caza comercial prohibiendo el transporte interestatal de animales cazados ilegalmente, sentó las bases legales para la conservación de la fauna y flora en Estados Unidos. Sin embargo, resultó ineficaz debido a las enormes ganancias de los cazadores comerciales y la falta de oficiales para hacerla cumplir.
Esto llevó a la aprobación de la Ley Weeks-McLean en 1913, que reguló la caza de aves migratorias y trató de ponerlas bajo jurisdicción federal. En 1918, llegó la Ley del Tratado de Aves Migratorias con Gran Bretaña, actuando en nombre de Canadá, para establecer el control federal sobre la caza de aves migratorias. Esta ley reemplazó la Weeks-McLean y decretó que todas las aves migratorias y sus partes (incluyendo huevos, nidos y plumas) estaban completamente protegidas, lo que llevó a que las escopetas de barcas cayeran definitivamente en desuso.