Investigación científica
Wearables para avisar si se está enfermando
El hallazgo abre una nueva puerta a aplicar estos dispositivos electrónicos a la salud
Un médico de la Universidad de Stanford ha conseguido dotar a los wearables, los dispositivos electrónicos que se ajustan al cuerpo humano como si fuesen una prenda más, de su función más útil de todas: avisar de que se está contrayendo una enfermedad para, de esta manera, poder actuar con la mayor rapidez posible. Y lo ha conseguido con la mayor motivación posible: la de experimentar en carne propia sus beneficios.
El genetista Michael Snyder se encontraba de viaje en Noruega cuando vio que estaba sufriendo una erupción cutánea y, posteriormente, una fiebre alta. Padecía la enfermedad de Lyme, causada por la picadura de una garrapata, una dolencia que, si se trata con celeridad, se puede curar con antibióticos, pero que si se tarda en combatir puede derivar en complicaciones que comprometan el cerebro, las articulaciones, el corazón y el sistema nervioso.
Snyder comprendió entonces que a todo aquello que había escuchado sobre los dispositivos electrónicos ponibles y sus múltiples aplicaciones sobre la salud había que darle una salida práctica, y se puso manos a la obra.
Con un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), donde trabaja, comenzó a recolectar datos -hasta 250.000 mediciones diarias- de 60 voluntarios que usan hasta ocho monitores de actividad u otros sensores de diferentes tamaños que miden la frecuencia cardíaca, el oxígeno en sangre, la temperatura de la piel, el sueño, las calorías gastadas, el ejercicio e incluso Exposición a la radiación.
A esto le añadió, según explica la universidad en un comunicado, pruebas de laboratorio ocasionales para medir la química sanguínea y cierta información genética, así como variables externas del estilo de viajes en avión o el ambiente en el que vive.
Según el estudio, publicado en la revista PLOS Biology, el objetivo era detectar cualquier alteración en el cuerpo justo en el momento que se producía y antes de que manifestara sus primeros síntomas. Y objetivo conseguido: el estudio probó que dentro de unos parámetros normales para cada persona, se pueden monitorear desviaciones y relacionarlas con condiciones atmosféricas, enfermedades o otros factores que pueden alterar la salud.
“Es algo así como disponer de termómetros orales, pero con la diferencia de que el paciente se está midiendo todo el tiempo, no solo cuando se los aplica», afirma Snyder.
El hallazgo es el primer paso para, de una vez por todas, aplicar los wearables a la salud de las personas. La puerta está abierta.
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