Periodismo

El quiosco, templo de la Prensa y antídoto contra las «fake news»

La AMI colabora, junto a otras asociaciones del sector, en un informe que pone el foco en la supervivencia de revistas y periódicos en plena sociedad digital

Foto de archivo de un kiosko de periódicos
Foto de archivo de un kiosko de periódicosGonzalo PérezArchivo

La inquietud es en el conocimiento una de sus mayores fuentes para impulsar su desarrollo y ejercicio. Explica Antonio Fernández Galiano, presidente de la Asociación de Medios de Información (AMI), que «en el conocimiento suele estar la clave para dar respuestas a los problemas», por lo que «solamente tener la inquietud de saber es fundamental para solucionar el momento que vivimos». Se refiere a la innecesaria guerra entre la prensa en papel y la revolución digital, situación que ha llevado a la primera a una situación de crisis que, en lugar de pensar directamente en el fracaso, le da suficientes razones para reinventarse y buscar un hueco en un nuevo paisaje. Este aliento de esperanza ha sido el que ha llevado a la AMI, la Asociación de Revistas (ARI), la Fundación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (Fande), la Unión de Distribuidores Nacionales de Ediciones (UDNE) y la Asociación Nacional de Distribuidores de Publicaciones (ANDP) a unificar sus fuerzas y apoyos para colaborar en la elaboración del «Informe sobre la Industria de las Publicaciones Periódicas: situación actual, tendencias e impacto social y económico». Para su desarrollo, han participado 28 investigadores, especialistas en el estudio del mercado periodístico, pertenecientes a diferentes universidades de España.

A lo largo del informe destaca una premisa fundamental: hay vida para las ediciones en papel dentro de la actual sociedad digital. Sí es cierto que los periódicos y revistas, para su supervivencia, deben ajustarse a la visión que hoy tenemos. «La revolución digital ha supuesto un cambio de era, un cambio cultural y de consumo que ha provocado que la actitud del lector haya cambiado», explica Fernández Galiano, haciendo alusión al nuevo escenario en el que se ha basado el informe para su estudio. El contenido es lo que importa: los investigadores han llegado a la conclusión de que no hay síntomas definitivos que indiquen más o menos inminente muerte al papel, sino que todo apunta a que la necesidad reside en afrontar un proceso de transformación que, por otra parte, parece abocado a sustentarse en una clara hibridación de los contenidos.

Superar la desconfianza

El informe se resume en tres aspectos nucleares. El primero se refiere a la cooperación para el desarrollo de un nuevo modelo de negocio. Es decir, los investigadores coinciden en que la tecnología no es la razón de la crisis del papel, sino la causa de un cambio de comportamiento por parte del consumidor. Además, aún viviendo en una sociedad digital, no existe ni aversión al papel ni rechazo al pago, sino que, de haber contenidos que respondan a la demanda del consumidor, existe público dispuesto a pagar para leer un periódico. Para ello, es crucial que tanto editores, como distribuidores y vendedores superen la desconfianza entre ellos y aúnen sus fuerzas para dar al público la información que necesita.

Por otro lado, el informe explica un punto interesante: el derecho al acceso a la información, clave para la lucha contra las «fake news». Aseguran los investigadores que los medios impresos son el antídoto para la desinformación, preocupación a nivel europeo que países como Francia, Reino Unido y Alemania ya han sabido afrontar. Por ello, el foco no solo debe ponerse a la casi ya conseguida en su totalidad libertad de expresión, sino también al cumplimiento del derecho de acceso a la información. Ejemplo de ello son los quioscos: no hay puntos de ventas en todos los rincones de España. Acerca de ello, explica Marta Ariño, presidenta de la ARI, que «los quioscos son necesarios para la España despoblada y para puntos donde no tienen alternativas». Hay lugares en los que, de hecho, ni siquiera llega internet. Por último, en el informe se detectan cortocircuitos en cuanto al flujo de la comunicación entre quienes tienen contacto con el cliente, los vendedores, y quienes trabajan en la información, los editores. Por ello, es necesario poner en valor la función de la distribución de ediciones impresas como un servicio público. Es decir, valorar la actividad de quien produce y quien vende como algo más que una mera acción comercial, de tal manera que se fortalezca la labor de la industria periodística con el fin de potenciar el papel en la lucha contra la desinformación.