Tras la cara de ligeramente cansado de Roberto Enríquez, nuestro Bob Pop, se trasluce cierta felicidad por el estreno de «Maricón Perdido», porque según él es «la serie que yo quería hacer». No sin razón se ha convertido en lo más visto de la televisión de pago el día de su estreno en TNT.
-Con las cosas como están, ¿cómo se le ocurre llamara a su serie «Maricón perdido?
-Pues porque Andreu Buenafuente me propone el título y me parece que es perfecto: la mejor sinopsis que puede tener la serie; porque es eso: es la historia de un maricón que está perdido y que se está buscando durante seis episodios y acaba encontrándose en la escritura.
-La serie es muy dura. ¿Tuvo que explicarles algo a los dos actores que hacen de Bob Pop?
-Ellos habían leído el guión y yo luego hablé con ellos. No quise que me imitaran, pero les di toda la información y pasamos mucho tiempo juntos. Les conté cómo habían sido las historias, lo que iban a contar, cómo yo lo había sentido, cómo le ha vivido, cómo lo recordaba, cómo quería que se contara... Y ellos fueron muy listos y muy generosos y me dieron exactamente lo que yo quería.
-¿Qué les dices a los que le tienen como referente?
-Que no. Lo que quiero es contarme, y quiero también si soy referente de algo, que la gente se dé cuenta de que todos tenemos derecho a contar nuestra propia historia con nuestra propia voz.
-Puede que algunos hayan visto la luz con su serie
-Ojalá no hiciera falta, pero si cuando les hace falta yo les sirvo para algo, yo y otros muchos y otras muchas, pues bienvenidos sean y serán muy bien recibidos.
-¿Qué hay de realidad y de ficción en la serie?
-Pues lo mismo que hay de realidad y de ficción en mi cabeza. No lo sé. No sé cuántas cosas he vivido y cuántas he imaginado, he fantaseado, he temido, o cuántas cosas realmente he vivido de un modo mucho más heavy del que me lo cuento, porque lo suavizo.
-¿Ha tenido que llamar a alguien para corroborar historias?
- A nadie, a nadie, a nadie. Esto me lo he currado yo solo. En el sentido de que no, porque imagínate que me da una versión que me interesa mucho menos y me estropean la ficción.
-Hay dos frases en la serie que podrían definir su vida y la serie: «Haces de todo una novela» y «Raro pero bonito»
-Para mí ese «raro» incluía el concepto queer y me parece una forma muy bonita incluso de describir la serie. Si yo tuviera que describir «Maricón perdido», te voy a decir, «es rara, pero bonita». Y lo que me dice el personaje de Lola de que todo lo veía a través de una novela, creo que es una preciosa mirada sobre el personaje de Bob.
-Qué hacemos con esa sensación de que al protagonista nunca le sale nada bien?
-Hay que romper esa sensación y cuando veas toda la serie entera verás que es algo que yo evito, que no tiene por qué haber un castigo por el disfrute, que las cosas están bien. Y sobretodo no es que las cosas estén bien: Es que también tú decides editarlas. Uno al final no es sólo escritor, si no que es editor de su propia vida.
-¿Cómo está el mundo de la televisión?
-En series está un momento glorioso, porque hay oferta para todo el mundo y se está creando un universo donde cada vez se pueden hacer cosas más atrevidas, más personales. Se está adquiriendo una pluralidad y una capacidad de sorpresa que está muy bien. Respecto a realities, no soy consumidor. He trabajado como crítico de tele y mi filosofía era si alguien no quiero que venga a mi casa a tomar café, no quiero que entre a través de la pantalla. A mí «Supervivientes» me parece un error porque sobreviven todos. Creo que sería muy interesante que no sobrevivieran y un spoiler en el título no le hace ningún bien. He estado muy enganchado a la docu serie de Rocío Carrasco y creo que La fábrica de la tele, que se ha pasado mucho tiempo haciendo solo ruido, que hayan decidido que para contar una historia tenía que haber silencio, respeto y una sola persona hablando, me ha parecido un hito televisivo.
- ¿Qué serie está viendo?
- La segunda temporada de «Exit» en Filmin, una de señores noruegos super corruptos, ultra millonarios, drogadictos, alcohólicos y de todo. Y me maravilla, porque a mí que los ricos lo pasen mal me hace muy feliz.