Mensajes propagandísticos

Las redes sociales, las nuevas armas de los talibanes

Gigantes como Twitter o WhatsApp aún no toman medidas estrictas sobre la peligrosa propaganda de estos grupos

El usuario deberá entrar en su cuenta antes de una fecha concreta o esta "será retirada de Twitter", según anuncia la red social en un comunicado
El usuario deberá entrar en su cuenta antes de una fecha concreta o esta "será retirada de Twitter", según anuncia la red social en un comunicadoKacper PempelREUTERS

Hay muchas formas de ejercer la violencia, el terror o el control, las armas de fuego ya no son las únicas herramientas con las que los radicales toman el mando o dan golpes de Estado. Y es que no hay arma con mayor autoridad sobre las masas de personas que la propaganda, mensajes destinados a adulterar la realidad y perseguir intereses particulares. Los talibanes, tanto antes como después de su ofensiva relámpago sobre Kabul, han hecho uso de las redes sociales como canal para difundir sus mensajes propagandísticos e intentar transformar un ataque contra el poder establecido en casi un acto de democracia. Por ello el periodismo vuelve a demostrar su imprescindible utilidad como antídoto contra la desinformación.

Este desafío por vencer a la propaganda a través de la verdad es de unas dimensiones incalculables, ya que las redes sociales cuentan con grandes ventajas como la inmediatez, la accesibilidad a través de cualquier teléfono móvil y la facilidad para viralizarse, además de estar menos vigiladas por la Justicia. Y es que el término viral no podría ser mejor utilizado que para estos casos. La propaganda talibán se propaga y se expande como un virus, ya que las redes sociales facilitan la impunidad, acogiéndose a la libertad de expresión y privacidad como excusa.

WhatsApp y Twitter han sido las redes más utilizadas por los talibanes en su lucha por alcanzar la capital afgana e intentar convencer de que sus intenciones no son perjudiciales para los ciudadanos, que en las últimas horas han intentado abandonar por millares el país. Ambas son las que concentran mayor número de usuarios en Afganistán y en especial WhatsApp. Por ello los talibanes anunciaron su control sobre Kabul mediante una campaña que difundieron en la plataforma verde. Como también, según asegura un artículo de The New York Times, WhatsApp está empezando a sustituir a los complejos sistemas de radio que utilizaban estos grupos armados. Tampoco son ya necesarios los centros de operaciones para tomar importantes decisiones o comunicar las conquistas.

Pero la repercusión que algunos líderes talibanes tienen en Twitter tampoco es nada despreciable. Líderes del grupo cuentan con más de 200.000 seguidores. Estas cifras pueden parecer discretas en comparación con los 35 millones de habitantes con los que cuenta el país, sin embargo, no hay que olvidar que los índices de acceso a Internet allí no superan el 13% de la población. Esto recuerda la fase de desarrollo en la que sigue sumida el país y que la capacidad propagandística del país puede ir aumentando todavía más en cuanto se incremente la accesibilidad. Además, al igual que ahora las vías de comunicación son muchas, los formatos también son diversos. Mientras al principio la comunicación talibana en redes se limitaba a un tuit o un comunicado, ahora utilizan el vídeo para maquillar la realidad y presumir de sus últimos avances estratégicos.

Ahora la opinión pública, tras el cierre de la cuenta de Twitter de Donald Trump tras la toma del Capitolio, se pregunta por qué no ocurre lo mismo con los perfiles de los líderes talibanes. Las plataformas se refugian en que la ley no les permite leer o controlar el contenido de los mensajes que se van a publicar. Por lo tanto, la conclusión es que las sanciones, de la red social del pájaro azul, no quieren vulnerar el supuesto ejercicio de la «libertad de expresión» o intimidad de los líderes talibanes. Pero la arbitrariedad llega cuando el asalto al capitolio dispara la sanción sobre Donald Trump y la toma de la capital afgana por los talibanes queda sin consecuencias.