Muerte

Carrascal, un comunicador único y atrevido, como su historia (y corbatas)

El periodista y escritor falleció en Madrid a los 92 años después de una dilatada carrera

Recordar a José María Carrascal es hacerlo de sus míticas corbatas, de un tono de voz inconfundible, pero sobre todo de su capacidad para hacer periodismo de una manera distinta. Informar sin renunciar al dardo en la palabra, a la personalidad, al concepto único de un comunicador que también lo fue. Es por eso que podemos afirmar que el pasado viernes por la noche saltaba la noticia de la muerte en su residencia madrileña del periodista y escritor José María Carrascal a los 92 años. Periodista y escritor, como tantos, pero no como el resto.

Con una dilatada carrera profesional José María Carrascal nació en Madrid, en la localidad de El Vellón en 1930. En la noche del viernes dejaba atrás más de seis décadas dedicadas a la profesión. Esta misma semana había cumplido con su artículo en Abc sobre la jura de la Constitución de la princesa Leonor.

Lejos quedan aquellos comienzos en los que José María abandonó su Madrid natal para ser corresponsal para los diarios Pueblo y Diario de Barcelona. Primero lo haría en la ciudad alemana de Berlín durante ocho años y después en Estados Unidos, en Nueva York para ser exactos. Fue esa época donde trabajó para el diario Abc y también colaboró con la cadena de radio de Antena 3 y RTVE. Allí firmó uno de los trabajos que le popularizó, la mítica entrevista al expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan.

Diez años después de la aventura americana en la Gran Manzana decidió regresar a España.

El salto a la tele a los 60

Lo curioso es que la vida le tenía reservada una etapa profesional mucho más expuesta de lo que había vivido hasta ahora, el gran salto que lo convirtió en un rostro muy popular. Fue por eso que con el nacimiento de las televisiones privadas debutó como presentador en la incipiente Antena 3 a sus casi 60 años. Nada menos. Algo inaudito. «Y así salió», reconocería después. En 1989 se hizo cargo de los informativos con «Noticias a las ocho». Recordaba tiempo después cómo había sido el primer día, el estreno, junto a Matías Prats en una visita al exitoso programa de la misma cadena «El Hormiguero» esa puesta en marcha en la que todo era nuevo también para la cadena: «Yo estaba tranquilísimo. Nos tirábamos a una piscina en la que no habíamos mirado si había agua. No es que fuera yo nuevo, sino que lo era todo el equipo. Todo el mundo era recién salido de la universidad sin experiencia. Tal era nuestra irresponsabilidad que a mí me pusieron un realizador venido de la televisión gallega el día antes y me dijo ‘te voy a poner de pie y con dos cámaras’ y yo contesté ‘pues sí’. Y el telepromter, era un jueves, había llegado el lunes de Japón y ni el señor que lo manejaba sabía manejarlo ni yo leerlo. Y allí no entraba ningún vídeo», comentaba con ironía.

A pesar de ello, tardó muy poco en hacerse un hueco entre los espectadores y en 1990 pasó a dirigir las «Noticias de la noche» donde su presencia cada noche se alargó durante los siguientes siete años alcanzando una gran popularidad. Marcó una manera diferente de hacer informativos y fue precursor en introducir la opinión en ellos. También encontró lugar para el humor sin perder el rigor. Y, por supuesto, se le recordará por la variedad de sus pintorescas corbatas que él mismo definía con «personalidad». Su tono de voz, sus tiempos, silencios y forma de expresarse lo hicieron único.

En 1997 llegó la hora de la despedida, de decir adiós, y decidió dejar la televisión y seguir su vida laboral en Prensa escrita, donde la había comenzado. Desde entonces escribió como columnista en el diario Abc y también en LA RAZÓN. A estas alturas ya era prolífico también como escritor con más de una veintena de obras publicadas, aunque como él mismo afirmó en alguna ocasión «la televisión había borrado todo lo demás».

Cada noche, durante muchas, se despidió de su audiencia con un «Nos vemos al filo de la medianoche». Y el viernes al filo de esa medianoche nos enterábamos de que un grande de la comunicación se había ido.

Trayectoria

José María Carrascal estuvo más de seis décadas en activo. Desde que se fue a Berlín de corresponsal hasta el final de sus días. Esta misma semana publicó su último artículo que versaba sobre la Princesa Leonor. Le dio tiempo a sumar un amplio número de galardones, entre los que destacan: el premio Nadal (1972), por su novela Groov; el Mariano de Cavia; la Antena de Oro de la televisión; el Premio Nacional Emilio Romero al periodista del año (1992); Premio Periodista Audiovisual (1993-94) de la Asociación Nacional de Informadores Gráficos; y el Luca de Tena (2021).