Entrevista

Zaira Romero: «Por lo único que podría trapichear sería si me tocan a mi familia»

La madrileña asume en «El clan Olimpia», la serie de Disney+, un rol que toca lo personal y lo eleva en una interpretación brutal

Zaira Romero: «Por lo único que podría trapichear sería si me tocan a mi familia»
Zaira Romero: «Por lo único que podría trapichear sería si me tocan a mi familia» Disney+

En “El clan Olimpia”, Zaira Romero interpreta a una madre (atención, que hay sorpresa) que se adentra en el narcotráfico no por ambición, sino por desesperación. Inspirada en una historia real, la actriz se enfrenta a un papel que no busca redención ni glorificación, sino comprender una decisión límite. Con una actuación contenida y poderosa, Romero ofrece una de las interpretaciones más humanas del subgénero narco. En esta entrevista con LA RAZÓN, reflexiona sobre lo que significó encarnar ese pasado, el dilema de empatizar con quien cruza la línea y la transformación que este papel supuso en su propia vida.

¿Qué significó para usted interpretar a Olimpia?

Pues para mí hacerle fue un privilegio. La verdad, cuando más difícil es el personaje, yo creo que mejor te lo pasas. Y hay que decir que es un personaje muy difícil. Me lo pasé muy bien, tanto construyéndolo como ya una vez rodándolo. Te das cuenta de los retos que tiene y que, por mucho que te construyas un personaje, muchas veces, cuando ya estás en rodaje, dices: “Vale, ¿y esto de qué me ha servido?”. Tienes que volver a construir. O sea, que para mí es un privilegio.

¿Qué le aportó usted personalmente al personaje?

Es que, ¿sabes qué pasa? Que estaba tan claro. Olimpia tiene una situación y tiene una historia que ya, solo por eso, tiene que tener coraje, tiene que tener... hay tantas cosas que tiene que tener, que ¿qué más le puedes añadir?

¿La ve como una criminal o como un juguete roto?

Evidentemente no es un juguete roto porque no está rota. Aún le queda mucho para convertirse en eso. Eso es lo que tiene Olimpia, que tiene tanto aguante... que para que tú la puedas romper, tiene que pasar algo muy fuerte. Y ni siquiera cuando le dicen que su marido se va a morir... Aun así, ella busca la solución.

¿Qué piensa de las series que muestran el mundo del narcotráfico desde un punto de vista más humano o empático?

A ver. Es que no se trata de empatizar. Se trata de darte cuenta de que en el mundo del narcotráfico, o en cualquier ámbito laboral, hay buenos y malos. Aunque tú dependas de ese dinero, sigues siendo un criminal. Pero ¿por qué hace esto? Muchas veces lo que importa es por qué lo hacen. No le puedes quitar lo que hace, evidentemente, pero si no lo hace con malas formas, si lo hace por un fin... como lo hace Olimpia, que es salvar a su marido... Dentro de lo que hace, no está haciendo daño a nadie directamente. Está haciendo cosas por su familia, por su marido, y no va matando gente porque sí. Entonces yo no lo veo como...

¿Cree que el fin justifica los medios?

Depende del fin. Eso lo tengo que pensar bien.

¿Qué situación hipotética la llevaría a usted a cruzar esa línea?

Yo creo que por lo único que yo podría trapichear, lo más mínimo de mi vida, sería si me tocan a mi familia. Eso es lo que me haría hacer clic en la cabeza y decir: “En este caso, sí”.

¿Qué se lleva usted de Olimpia? ¿Hay algo que admire del personaje?

Pues mira, yo soy una persona que soy muy positiva. Siempre me llevo todo al lado positivo. Pero sí que es verdad que muchas veces dudo, incluso de mis propios pensamientos. Después de crear a Olimpia y de llevarla a pantalla, me he dicho a mí misma: "No puedo hacer esto”. Pero luego pienso: “Seguro que puedo. De hecho, lo voy a hacer”. Eso es lo que Olimpia tiene clarísimo en su cabeza. Yo como que lo tenía integrado, pero hacía falta alguien que me lo dijera así, tan claro. Creo que ella me lo ha enseñado. Eso lo tiene clarísimo.

¿Eso es el verdadero empoderamiento para usted?

Sí, sí lo es. Es el poder de la certeza. Yo veo un personaje tan empoderado como Olimpia… Es una persona súper empoderada. Tiene el pensamiento firme, imposible de mover.

¿Entonces, después de esta serie, sale más reforzada?

En lo personal y en lo profesional. Porque sí que es verdad que creando a Olimpia y llevándola a pantalla, me he sentido aún más satisfecha. Me he dado cuenta de que puedo hacerlo.

¿Llegó a conocer a la mujer real en la que se basa Olimpia?

¿Cómo te lo diría? Es que la conozco desde el día que nací.

¿Ah, sí?

Sí. ¡Es mi madre!

Eso cambia completamente la perspectiva. ¿Cómo fue revivir esa historia familiar desde la ficción?

Duro. Fue duro tener que vivirlo por segunda vez. Cuando vi el material, sentí una cosa muy fuerte por dentro. Tuve que hacer muchas preguntas en casa.

¿Preguntas sobre qué tipo de cosas?

La mayoría de las preguntas que hice fueron más a término laboral, porque era el mayor desconocimiento que tenía. Lo personal ya lo he vivido. La serie está inspirada: no es el 100%. Pero claro, hay muchas cosas del antiguo trabajo de mi madre que yo no sabía y que tenía que entender para poder hacerlo creíble en pantalla. En la serie empieza vendiendo hachís en la plaza con una amiga y acaba en Colombia, buscando cómo traer kilos de cocaína, o detenida por la policía.

¿Y cómo gestionó la interpretación para que no fuera una imitación directa de su madre?

Tuve claro que no quería imitarla. Hay tres cosas de mi madre que son importantes y están, pero las demás no hacen falta. Porque hacer a mi madre no era actuar. Eso no tenía la chicha que necesitaba. Tomé la decisión consciente de hacer las cosas de forma contraria a como las haría ella. Así me creé un personaje propio.

Pero algo suyo habrá quedado, ¿no?

Claro. Hay detalles que, sinceramente, creo que los tengo de fábrica. El valor, en casa, lo tenemos todos. El tirar para adelante lo tenemos todos, porque colateralmente hemos vivido circunstancias muy fuertes. También la dureza. Me he criado en una casa en la que todo el mundo tenía unas ideas tan firmes que yo no me podía permitir no tenerlas firmes. Entonces, yo sé lo que quiero, cómo lo quiero y cuándo lo quiero. Y, si lo quiero, lo hago.