«Thor. un mundo oscuro» : Mi reino por un martillo

Comencemos por el final: tenemos Thor para rato si la taquilla sigue bendiciendo la ni se sabe qué numero hace nueva saga de la todopoderosa Marvel, porque esta reciente entrega de la misma posee los suficientes ingredientes: acción a diestro y siniestro, algunos golpes de humor bastante acertados, como la presencia de ese profesor que piensa mejor en calzoncillos, impactantes efectos especiales, la historia de amor cada vez más posible entre los atractivos Hemsworth (el imponente marido de Elsa Pataky sí que ha sabido encontrar su lugar en el mundo cinematográfico) y la Portman, y, para colmo, todo ello envuelto en un eficiente 3D, para presagiar una próxima película. Aunque de oscuro, como proclama el título, haya poco, pero, ya saben la moda de que el superhéroe de turno las pase canutas: el poderoso Vengador lucha otra vez por salvar la Tierra y los Nueve Reinos de un oscuro enemigo que es anterior al propio universo. Pero el vengativo y feo Malekith regresa para sumirlo todo en la oscuridad, o en esas anda, y Loki, el hermano del chico, intenta seguir haciendo de las suyas. Por cierto, qué bien da la talla Tom Hiddleston en el papel, melena lacia incluida. Mientras reparte en Londres golpes tremendos entre los malos, nuestro protagonista vuelve a reencontrarse con su querida Jane Foster y con los otros personajes de antaño. De acuerdo, la cinta ha perdido aquel aliento clara y trágicamente shakesperiano de la anterior, aunque el espíritu del cómic en que se basa sigue estando más o menos intacto. Lo que, visto el panorama cuando de Marvel se trata, créanme, ya es decir demasiado. Hay alguna que otra barbaridad por ahí que ni el propio Thor repartiendo martillazos.