Toros
La pandemia cierra la puerta grande a López Simón en el milagroso regreso de los toros
Ávila acoge la primera corrida de toros de la nueva realidad y marca el rumbo de las nuevas normas
No era un reencuentro aquello. Cabía una guerra entre medias. La pérdida de familiares, amigos, los sufrimientos propios, el miedo y la incertidumbre. Un cóctel molotov del que era imposible salir indemne. Brazo con brazo identificábamos lo que quedaba de cara debajo de la mascarilla. También había felicidad. El plan de contingencia al que obligaba la nueva normalidad hacía que de las ocho mil localidades que aforaba sólo pudieran llegar a dos mil. De Francia habían llegado peticiones de compra de entradas para la corrida de mañana. Pero mañana estaba demasiado lejos. Las emociones contenidas. Un despliegue de personal de seguridad que se cercioraban de que todos estuviéramos en nuestros puestos. Una pegatina en cada asiento a más de un metro del siguiente aunque fuera tu marido, no se reconocían núcleos familiares. Sí se reconoció la emoción del momento. Imponía la imagen de la gente separada con sus mascarillas. Y esos tres toreros que pisaron el ruedo se desmonteraron, por respeto, y de pronto se hizo el silencio, con una confusión por el minuto que vendría después por los fallecidos a causa de la puñetera Covid que nos ha robado a los nuestros y la vida que teníamos. El silencio mientras avanzaba el paseo era un sepulcro de expectación. Un retrato de los meses de confinamiento. De los ríos de soledades. De los temores no compartidos y la seguridad de lo mucho que tardaríamos en volver a ver eso. Ahí estábamos. Vino después el minuto y el himno para regocijo.
Megafonía recordó la mascarilla, la prohibición de tirar cosas a los toreros en la vuelta al ruedo y las no puertas grandes. Los códigos de esta nueva vida. Luego Fino nos recordó el toreo con atisbos de lances cadenciosos. El de Vellosino apuntó a las primeras de cambio que fuerza no tendría. Lo dibujó todo Finito de Córdoba con torería.
Las complicaciones para la corrida fueron tantas que hasta hubo que traer tres toros más en el transcurso de la mañana porque dos se fastidiaron y hubo problemas con un tercero. Estuvo bien presentada la corrida después a pesar del trajín. A Calita, que quiso hacer las cosas bien, se le resistió la espada con un segundo que tuvo movilidad, pero también protestón.
López Simon cortó la primera oreja de la noche al noble primero tras una faena que inició de rodillas y remató de un espadazo.
Flojito el cuarto hizo Finito una faena de menos a más y solvente se mostró Calita con el flojo quinto en una extensa faena. El bueno fue el sexto, con el que López Simón comenzó la faena con buen aire y acabó en las cercanías. La gente disfrutó la faena y tras la espada cortó otra oreja, aunque pidieron dos. Se consumaba así la no Puerta Grande, a pesar de haberla conseguido, los nuevos códigos sanitarios la impidieron. Peajes de la nueva normalidad, pero el milagro se había obrado. A pesar de todo y a pesar de todos. Aquí estábamos.
Ficha del festejo:
Primera corrida de la nueva normalidad. Plaza toros Ávila. Toros de Vellosino. 1, flojo y protestón; 2, movilidad y derrotón; 3, noble; 4, flojo, noble y a más; 5, flojo; 6, bueno. Media entrada.
Finito de Córdoba, de catafalco y oro, pinchazo, estocada (saludos); dos pinchazos, media, aviso (silencio).
Calita, de azul y oro, estocada, cuatro descabellos (silencio); estocada (oreja).
López Simón, de canela y oro, estocada (oreja); estocada (oreja).
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