Feria

Tres horas de buenas voluntades

José Antonio Lavado corta la única oreja de la tarde con un encierro desigual en Málaga

José Antonio Lavado, en un natural al tercer novillo de la tarde de la novillada lidiada en Málaga como cierre de feria
José Antonio Lavado, en un natural al tercer novillo de la tarde de la novillada lidiada en Málaga como cierre de feriaArjonaLa Razón

Las novilladas siguen teniendo esos códigos de lo nuevo, lo imprevisible, vislumbrar si hay futuro a pesar de que los chavales llegan a las plazas huérfanos de rodaje, elevado a la enésima potencia en tiempos de pandemia. El público acudió a la plaza de La Malagueta para cerrar el serial y ver a los seis novilleros que se veían las caras de la propia escuela de la tierra. Santana Claros fue el encargado de abrir plaza con un ejemplar de Manuel Blázquez, que no dejó buen sabor de boca en los primeros tercios, mirón, algo orientado y saliendo del envite con la cara por las nubes. Luego se vino a menos y, aunque no corrigió el defecto de no humillar, sí se dejó hacer. Iba y venía, sin mayores glorias. Ni penas. Quiso hacer las cosas bien Santana y no se descompuso en ningún momento. La estocada a la primera y contraria no dio para que el presidente soltara la oreja. El día anterior, por menos...

El segundo fue un manso que apretó las tuercas a la cuadrilla, y les pasó de vueltas, y tampoco tuvo claridad en el viaje después en la muleta de Curro Márquez. El novillero quiso, aunque se fuera de madre los tiempos y la espada.

José Antonio Lavado tuvo entretenimiento con un tercero, que no lo regalaba, más bien en su movilidad tenía guardada la incertidumbre, pero al tragarle fue agradecido. El novillero estuvo solvente, que no es poco para el rodaje que tiene, y logró ya al final, meterse entre los pitones en un trasteo reinado por la parsimonia entre tanda y tanda.

Juan Carlos Benítez hizo las cosas con gusto, los pases de pecho a la hombrera y los muletazos a la cadera. El toro se movía incluso se dejaba hacer, pero en cualquier momento podían venir mal dadas y no se inmutó. Lástima la espada que no quiso.

Pablo Paéz vio cómo el quinto era devuelto a los corrales porque nada más salir al ruedo se estampó en un burladero y se partió un pitón. Le sustituyó un ejemplar de la ganadería de Guadaira, que tomó la muleta mucho y por abajo. Incansable. El mayor mérito de Paéz, que brindó a José María Garzón el animal, empresario del festejo, fue ligar los muletazos e intentar darle consistencia a una labor que fue de más a menos.

El último

Álvaro Passalacqua cerraba la tarde de la experiencia malagueña. Después de recibir unos cuantos capotazos, tónica de la tarde, llegó a la muleta con lo justo, o menos. Se fue parando poco a poco mientas cerraba a cal y canto cualquier opción al novillero. Se puso a peor, orientado y aun así el novillero buscó justificarse.

Ahora en serio, se entiende que es una novillada y cada uno quiera exprimir al máximo su oportunidad, pero cantidad y calidad son dos conceptos diferentes y esta tendencia de alargar los patrones de la faena, aunque no levante emociones, va a la contra del espectáculo. Pasó ayer, pero no es más que un reflejo de lo que ocurre tantas tardes. También con las figuras. Es para replanteárselo.

Ficha del festejo

 Málaga. 3ª y última de la feria. Se lidiaron novillos de la ganadería de Manuel Blázquez. 1º, vay viene sin humillar; 2º, manso y sin entrega; 3º, con movilidad, incierto pero agradecido; 4º, va y viene, punto incierto; 5º, sobrero de Guadaira, bueno; 6º, parado y orientado. Casi lleno en los tendidos.

 Santana Claros, de nazareno y oro, estocada contraria (vuelta al ruedo).

 Curro Márquez, de azul noche y azabache, tres pinchazos, aviso, bajonazo (silencio).

 José Antonio Lavado, de grosella y oro, estocada (oreja).

 Juan Carlos Benítez, de verde y oro, tres pinchazos, bajonazo, aviso (saludos).

 Pablo Paéz, de tabaco y oro, estocada (saludos).

 Álvaro Passalacqua, de blanco y azabache, estocada que hace guardia (saludos).