Toros
Alberto Lamelas: «Las cornadas de las VTC también duelen»
El diestro jienense lleva desde 2011 dedicándose al sector del taxi en la Comunidad de Madrid. Su ejemplo es uno más de aquellos toreros pluriempleados que no pueden vivir exclusivamente de su verdadera vocación
Hoy, ya sumergidos en un mes de agosto en el que todos los taxis están «Ocupados» en la manifestación de la defensa de sus derechos hay uno que siempre será «Libre». Alberto Lamelas es un jienense de 33 años que conoce muy bien la diferencia entre vocación y profesión. Desde hace siete años es taxista en Madrid, aunque dos años antes había tomado ya la alternativa en la misma comunidad, pero esta vez como torero.
Alberto es uno de los matadores que representan la otra realidad del toreo, la del pluriempleado que no puede vivir de su vocación. «Los primeros años de alternativa estaba toreando muy poco y uno se da cuenta de que no se puede vivir del aire. Afortunadamente tenía varios conocidos dedicados al sector del taxi y me pareció una buena opción, ya que me permitía un horario flexible y así no abandonar mi verdadera pasión y lo que soy, torero», así aclara el jienense lo que considera la profesión que necesita para poder vivir y la que necesita para sentirse vivo.
No es de los espadas que copan los carteles de todas las capitales españoles, sino de los que se marchan a país vecino en busca de una oportunidad. «Francia es la que me mantiene vivo en el toreo. A pesar de que los triunfos allí tengan menor repercusión en España, esas tardes son las que me dan el aire que necesito para seguir respirando». Lamelas asegura que «de momento no hay nada que me quite la afición», una afición que no distingue de plazas ni categorías. «Hace unos días corté una oreja a un toro de Miura en Saint Vincent de Tyrosse y esa noche estaba tan satisfecho que no me habría cambiado por nadie». Esa sensación de plenitud es la que se siente al triunfar fuera de casa, al triunfar por dos, donde nadie te conoce ni nadie te regala nada, «donde el único vínculo que se tiene con el público es la verdad», añade Alberto.
Tras hacerlo en 2017, Lamelas no ha podido reencontrarse este año con el público de San Isidro. Él se quedó a las puertas, literalmente, a esperar a que los primeros aficionados salieran para recogerles y «disfrutar al escuchar de su boca la crónica de esa tarde». Incluso, alguno de ellos llegó a reconocerle al instante de subirse al taxi sin disimular su cara de asombro.
Lógicamente este pluriempleado no es ajeno a la mediática «guerra del taxi» y garantiza que «las cornadas de las VTC también duelen, nos están arrebatando parte de nuestro pan».
Además de sus dos profesiones Lamelas asegura que en el taxi también se ejerce de psicólogo, ya que en él la gente se siente segura y aprovecha para despacharse, «especialmente sobre política».
En este verano en el que su compañero Octavio Chacón está cumpliendo el sueño que él persigue, Alberto ya ha aparcado el taxi durante unas semanas para intentar seguir su suerte. «Me inspira mucho su ejemplo. Me da esperanzas que alguien que hace muy poco estaba en mi situación esté entrando en las ferias con las que sueño».
Mientras brilla la luz verde al final del túnel, Lamelas se toma un tiempo para pensar en quién le gustaría llevar en su taxi, hasta que se detiene para afirmar: «Realmente no sé a quién me gustaría llevar, pero sí quien no me gustaría que se subiese, yo mismo».
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