Bilbao

Diego Urdiales: "La integridad de un torero cuesta más de dos contratos"

El arnedano torea el domingo la de Victorino en Bilbao, donde se siente, "sobre todo, comprendido"

Urdiales, sonriente, tras cortar una oreja
Urdiales, sonriente, tras cortar una orejalarazon

Tras pasar mes y medio fuera de combate por una cornada en Soria, Diego Urdiales mira ya al presente de una temporada en la que, por lesiones y falta de suerte en los sorteos, está faltando la continuidad de las dos anteriores. Ahora, Bilbao es su gran baza. Los de Victorino Martín esperan en un escenario que lleva ya un lustro rendido al toreo del espada arnedano.

-En Huesca, llegó el día. ¿Ilusionado de nuevo?

-Sí, contento y satisfecho. Había pasado mes y medio desde el percance de Soria y la recuperación me ha dado bastantes problemas, más de los que en un principio se podía esperar, porque no ha sido tan modélica cómo hubiera querido. Verme otra vez de luces y tal como salió la tarde carga uno de moral.

-¿Cómo se encontró en la cara del toro?

-Siempre que estás fuera sin torear por un tema de salud, tienes ganas y cierta ansiedad por ver cómo te encuentras, si volverás de la misma forma, con la mente igual de despejada, pisando los mismos terrenos... En este caso, las sensaciones fueron tan buenas que estoy encantado.

-Cuajó una excelente faena a un toro de Victorino Marín.

-El animal tuvo sus virtudes, yo me acoplé pronto y terminé cuajándolo muy bien por los dos pitones. A placer en algunos momentos. Pero, aquí está la desgracia de este mundo: te pasas 40 veces por la barriga a un toro sin inmutarte y, por dos pinchazos o el descabello, no te sirve prácticamente para nada... Fue una pena.

-Los afortunados que le vieron aseguran que esa faena, en Madrid, hubiera sido de orejas...

-No me considero un torero, como algunos compañeros, que se acople al público o a la plaza donde esté toreando. Este es mi toreo y mi concepto, si gusta bien, si no... también, porque no sé torear de otra manera. Toda la faena fue muy despacio, con pureza, que es como siento esta profesión y como me la enseñaron. La gente acabó entrando y hubo «olés» muy fuertes. Como dije antes, lástima de aceros que influyeron en los trofeos.

-Buena cualidad, la pureza.

-Yo lo siento así. Las faenas más grandiosas, esas que pasan a la Historia, se producen gracias al toreo puro, clásico, el de toda la vida. Esos muletazos son los que se nos quedan a todos en la retina para el resto de nuestra existencia.

-Y ahora, ¿cuál es el objetivo hasta final de temporada?

-El año está muy complicado, duro en contratos y esos problemas para torear con continuidad, también puede acabar pasando factura en lo psicológico. Por eso, ya no busco siquiera disfrutar de cada tarde, sino de cada lance, de cada muletazo. Es la mejor manera de sentirte torero en cada momento y, además, cuando logras esa realización total con tu labor, acostumbra a ser el mejor camino hacia los contratos.

-Faltan unos días para Bilbao, allí parece tener la llave del éxito.

-En Vista Alegre me siento muy bien y, sobre todo, comprendido. Es una plaza de mucha responsabilidad, con peso en los análisis finales de temporada. Se mira mucho lo que ha pasado en las Corridas Generales. Todo esto le da más valor a lo que he logrado en esa plaza... No es nada sencillo triunfar en Bilbao durante cinco ferias seguidas.

-Luego, Logroño, cerquita de casa.

-Otra plaza en la que he tenido la suerte de poder sortear y cuajar toros muy importantes. El año pasado logré dos Puertas Grandes con Alcurrucén, que repito esta temporada, y Victorino Martín. Aunque sea el torero de casa, La Ribera no se casa, es otra afición exigente, entendida y seria.

-Aun saliendo fechas, después de dos temporadas muy dulces, ¿no le da la sensación de que en 2013 le está costando más hacer camino?

-Totalmente. He tenido lesiones y es una evidencia que no me embistieron los toros en las ferias de inicio de temporada. No he podido ganarme mi sitio tarde tras tarde y las primeras ferias marcan mucho si no tienes la temporada ya hecha de antemano.

-Habla de lesiones. Ha cargado en silencio con dos hernias discales como si nada.

-Los percances siempre están ahí, es verdad que me condicionan un poco el entrenamiento y que debo tener más precaución de la debida, pero forman parte de esta profesión, así que sólo queda llevarlo de la mejor manera posible. No gano nada quejándome, lo único que debo hacer es evitar barbaridades.

-La integridad, ¿también cuesta contratos?

-Claro, más de uno y de dos. Cuesta mucho decir que no a torear, porque es lo que más quieres, pero he renunciado todas las veces y lo seguiré haciendo.

-Si a uno no le queda ni el respeto a sí mismo...

-Por supuesto, a uno mismo y a su profesión, que también tiene un honor. Estaré en esta profesión el tiempo que sea, pero siempre con la mayor dignidad posible, de lo contrario, no merece la pena. No soy partidario de jugarme la vida de cualquier forma... Hay que ser fiel a unas ideas y morir por ellas.