Toros

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Diego Urdiales: «Torear al toro malo es mi obligación, aunque sepa que me va a coger»

Cipriano Pastrano
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En 2012 cerró un temporadón. No en número pero sí en calidad, a pesar de arrastrar una lesión de espalda. 2013, como siempre, es una lucha, buenas expectativas y todo en el aire.

–¿Qué le pasa en la espalda?

–Tengo dos hernias discales y la deshidratación de uno de los discos. La lumbar es producida por tanto entrenamiento de salón y la dorsal, quizá por alguna cogida.

–¿Le complicó la temporada?

–Mucho Sevilla porque estuve casi un mes parado. Todavía no sabía lo que tenía y un día en el campo me dio una lumbalgia y me quedé clavado. Tuve muchos problemas para recuperar la movilidad.

–Una temporada corta, ¿es la preparación igual de intensa?

–Es más, porque cuando toreas 60 tardes tu entrenamiento es con la realidad, con el toro, los viajes... De la otra manera, tienes que intentar tener esas corridas en la cabeza y en el cuerpo, aunque sea entrenando.

Pasó por Sevilla, Madrid, Bilbao... Pero le cuesta sumar más corridas en la temporada.

–Son circunstancias ajenas a mí y muchas veces no lo entiendo. Hay muchos intereses creados.

–¿Cree que está la Fiesta en un momento complicado o que cada vez se premia menos lo que ocurre en el ruedo?

–Estamos viviendo un tiempo difícil pero me preocupa que lo que pasa en el ruedo tiene cada vez menos importancia. De siempre se ha dicho que el toro pone a cada uno en su lugar y creo que cada vez se cumple menos.

–Si le lleva una casa grande, igual el panorama se aclara bastante.

–Seguro. Es más fácil que, por lo menos, te ponga en sus plazas. Pero creo que el toreo debe ser otra cosa. Lo mejor es que quien te lleve confíe en ti y encuentre los motivos para defenderte en los despachos.

–El Cid se ha ofrecido a la de Victorino en Sevilla, y usted también.

–Estaría encantado. Es una ganadería con la que he tenido triunfos.

–Cuando salen a la luz los carteles de las ferias, ¿se lleva muchas decepciones?

–Muchísimas, pero aprendes a convivir con ellas. Es muy duro, porque necesitas motivaciones para seguir entrenando, es necesario mantener la moral y la ilusión.

–¿Qué ganaderías han marcado su carrera?

–He tenido la suerte de cuajar toros de encastes diversos. Victorino, pero también Domecq, Núñez...

–¿Y se queda con?

–Con el toro bravo, que sea capaz de tener movilidad, nobleza y capacidad para humillar, y ése sale en ganaderías de líneas distintas.

–¿Cuál es el defecto que más le preocupa del toro?

–Que no obedezca a los trastos.

–Con el malo también se pone.

–Es mi obligación, aunque sepa que me va a coger. Hay que demostrárselo al público. No es ser un inconsciente sino comprometido con la profesión. Esas cosas son las que diferencian. Creo que soy transparente y me pongo de verdad.

–Cuestión de dignidad.

–Sí, la quiero para mi persona y mi profesión y la intento transmitir delante del toro.

–Y el entramado taurino, en ocasiones, ¿deja de lado la dignidad?

–Yo creo que no hay que volverse loco a la hora de pedir pero sí mantener el respeto por uno mismo. Así debe ser el toreo.

–Estamos ante un invierno raro, parece que cada uno está haciendo la guerra por su cuenta.

–Sí, ésa es la sensación. Todos tenemos intereses individuales pero también unos comunes que debemos defender. Algo así se entendía con el G10, pero parece que la cosa no ha ido como querían y lo que se transmite es frialdad.

–¿Se imagina vivir sin torear?

–Imposible. Empecé con doce años. Siento esta profesión y es lo que me libera y me hace relajarme. Seguiré toda la vida toreando, como sea.