Toros

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El «efecto Aguado» arrasa la temporada sevillana

Dos faenas de apenas 20 muletazos le bastaron al sevillano para abrir la Puerta del Príncipe en la pasada Feria de Abril

Pablo Aguado entrega a un niño una de las orejas de su triunfo en mayo
Pablo Aguado entrega a un niño una de las orejas de su triunfo en mayolarazon

La temporada taurina 2019 pasará a la historia reciente del toreo como la de la revelación del joven diestro sevillano Pablo Aguado. Poco más de veinte muletazos y una ajustada faena de cinco minutos le bastaron para convertirse en figura indiscutible y en el definitivo suceso de una campaña que concluyó el 12 de octubre con el festival organizado a beneficio del Baratillo y la Esperanza de Triana. Aguado cortó cuatro orejas y abrió la Puerta del Príncipe pero, sobre todo, se apoyó en el palo más clásico del toreo para romper las costuras de la feria. El acontecimiento aún se volvería a repetir en plazas como la de Las Ventas, Huelva o Ronda convirtiendo al flamante matador sevillano en uno de los principales actores de gran la temporada. Aguado alternaba aquel 10 de mayo, viernes de «Farolillos», con Morante de la Puebla y Roca Rey, bases de la temporada sevillana junto a José María Manzanares. Morante ya había brillado con el capote en su primer compromiso, el día de la Puerta del Príncipe de El Juli. En su segunda tarde, con los toros de Juan Pedro Domecq, hizo un esfuerzo encomiable y dejó otra de sus joyas capoteras. Llegado el 10 de mayo, aún apretaría el acelerador en el último ejemplar que mataba en la ciclo volviendo a dejar para el recuerdo su virtuosismo capotero y una faena plagada de detalles. Su definitiva despedida la firmó con el vistoso «galleo del Bú» en el segundo ejemplar de Aguado. En San Miguel, con un ambiente hostil, no pasó casi nada. Pero el cuadro de honor quedaría incompleto sin recordar que Julián López «El Juli» también logró abrir la ansiada Puerta del Príncipe con la corrida de Garcigrande. En su tercera tarde, de nuevo con toros de Garcigrande, se mostró más espeso de ideas.

Roca Rey, por su parte, había mostrado sus mejores credenciales de entrega y valor el Domingo de Resurrección pero el triunfo no llegó. Tuvo que esperar a la corrida de Núñez del Cuvillo para quedarse muy cerca de cortar un rabo gracias a un faenón trepidante y demoledor que se vivió en medio de un auténtico delirio. Pero en ese momento pocos podían atisbar que acabaría siendo engullido por el «efecto Aguado» en su tercera comparecencia, con los toros de Jandilla. El peruano había logrado poner la plaza a hervir con el segundo pero todo cambió después de la actuación del sevillano, con el que no volvió a compartir ningún cartel antes de su definitivo corte de temporada en la feria de San Fermín.

Dentro del elenco de primeras figuras hay que recordar que Manzanares cortó una tibia oreja en Resurrección pero luego sorteó ejemplares más que potables para desempeñar otro papel en las cuatro tardes que contrató en Sevilla, una plaza que se iba a convertir en el inesperado final de su temporada, concluida antes de tiempo por una nueva dolencia en la espalda. Enrique Ponce entró en esa tarde septembrina junto a Manzanares sustituyendo de Roca Rey después de quedarse fuera de las combinaciones iniciales. También pasó de puntillas.

El Cid, en su despedida de Sevilla

También merecen ser destacados toreros de la talla de Diego Urdiales, Emilio de Justo o Miguel Ángel Perera, única luz nítida en la gran corrida de Santiago Domecq con la que Paco Ureña retornó al coso sevillano con dignidad pero sin atisbar aún la gran temporada que le esperaba en el resto de la geografía taurina. También hay que resaltar la solvente actuación de Octavio Chacón en la corrida de Miura, en la que compartió cartel con Pepe Moral, que estuvo cerca de obtener un trofeo después de haber pasado muy desapercibido en su primera comparecencia. También puntuó El Fandi con uno de los tres excepcionales ejemplares de Ricardo Gallardo y gustó Cayetano. La corrida de Fuente Ymbro fue, precisamente, la guinda ganadera de una feria en la que gustaron las corridas de Torrestrella, interesó la de Victorino, encantó la de Santiago Domecq y brilló la de Jandilla. También hubo toros sueltos en los envíos de Garcigrande, Núñez del Cuvillo o Juan Pedro Domecq. En el lado positivo también hay que anotar las actuaciones de toreros como Álvaro Lorenzo, Rafael Serna, Bolívar o Joaquín Galdós.

El ciclo de novilladas picadas incluida en el abono de la temporada 2019 ha arrojado un pobre balance del que hay que salvar especialmente al novillero madrileño Rafael González, que cortó dos orejas a un encierro de José Cruz en su primera comparecencia y se ganó la repetición en la novillada de Villamarta que abrió la Feria de San Miguel volviendo a estar muy cerca de obtener un nuevo trofeo denegado por un palco demasiado rigorista. González estuvo acompañado en esa tarde por Juan Pedro García «Calerito» otro de los nombres destacados del escalafón menor en la plaza de la Maestranza que resultó herido por su segundo enemigo, sufriendo una dolorosa cornada en la zona de la axila. También han calado en Sevilla jóvenes espadas como Manuel Diosleguarde, Antonio Grande y especialmente el de Ángel Jiménez, que se despidió del escalafón en Sevilla antes de volver a la misma plaza para convertirse en matador. En ambos compromisos logró cortar una oreja. En el apartado ganadero hay que resaltar especialmente el encierro de Espartaco. El apartado novilleril no estaría completo sin la reseña de los tradicionales festejos de promoción que llenan las noches de los jueves en el mes de julio. El novillero Jaime González-Écija se impuso en la final al camero Uceda Vargas y al marroquí Solalito ganando el vestido de torear que regala la Maestranza.