Toros

Burgos

El populismo del Fandi y el toreo de López Simón, Puerta Grande en Burgos

Los toreros Román Sorando (i) y El Fandi (d) salieron a hombros por la Puerta Grande durante el cuarto festejo de la feria de San Pedro y San Pablo de Burgos / Efe
Los toreros Román Sorando (i) y El Fandi (d) salieron a hombros por la Puerta Grande durante el cuarto festejo de la feria de San Pedro y San Pablo de Burgos / Efelarazon

- Ficha del festejo

Toros de Román Sorando, aceptablemente presentados, nobles pero de escasa raza y pocas fuerzas. Los mejores, el enclasado tercero y, sobre todo, el quinto, el más completo de los seis.

Juan José Padilla, de celeste, oro y remates negros: pinchazo y el toro se echa (silencio); y pinchazo, otro hondo y media (vuelta al ruedo).

David Fandila "El Fandi", de nazareno y oro: media estocada (oreja); y pinchazo y buena estocada (oreja).

Alberto López Simón, de catafalco y oro: gran estocada (oreja); y casi entera (oreja).

La plaza registró más de tres cuartos de entrada en los tendidos.

Los diestros David Fandila "El Fandi"y Alberto López Simón cortaron dos orejas cada uno y salieron a hombros en el penúltimo festejo de la feria de San Pedro y San Pablo de Burgos, en la que Juan José Padilla, que se despedía de la afición burgalesa, tuvo que conformarse con una vuelta al ruedo.

Dos triunfos de distinto peso específico, pues mientras que el del granadino se basó en el populismo que acostumbra, el del joven madrileño sí tuvo un mayor argumento de toreo propiamente dicho.

Lo que es innegable es que El Fandi es un todoterreno. Maneja todos los tercios a las mil maravillas y conecta con la gente también de maravilla.

A su primero, al que recibió con dos largas cambiadas, lo toreó con mucho gusto a la verónica y también en un quite por navarras. Con "los palos"fue un clamor y, muleta en mano, llevó a cabo una labor de largo metraje y muy comunicativa.

Es verdad que al de Sorando le faltaron fuerzas y mayor fondo, pero lo poco que tuvo dentro se lo exprimió el granadino, que acabó despenándolo de una media estocada que fue suficiente para la concesión de la oreja.

De hinojos saludó también al buen quinto, al que recetó un vistoso quite por zapopinas antes de volver a poner la plaza en pie con los rehiletes. Se entregó por completo Fandila en el último tercio en una labor en la que no faltaron rodillazos, molinetes, manoletinas y numerosos alardes que volvieron a poner ambiente de frenesí.

No importó el pinchazo previo a la estocada final, la oreja la paseó igual, y con ella se aseguraba la salida a hombros.

Pero en la foto de la Puerta Grande también figuró el madrileño López Simón, que fue el que hizo el toreo de mayor entidad de toda la función.

Su primero fue un toro que, pese a estar muy medido de todo, tuvo mucha calidad, lo que le permitió torearlo con temple, largura e hilván sobre todo por el pitón derecho en una faena que tuvo ritmo y emoción, además de una perfecta rúbrica con la tizona. La oreja fue de ley.

Otra más obtuvo del que cerró plaza, que, como toda la corrida, le faltó raza y fondo. Mucha voluntad puso López Simón en otra faena en la que hubo momentos de buen toreo sobre ambas manos. La espada volvió a ser su aliada y trofeo al canto.

Padilla decía adiós a la afición de Burgos y, aunque no pudo redondear el triunfo de sus compañeros, sí pudo dejar momentos de mucho calado sobre todo en el cuarto, con el que se entregó por completo en todos los tercios. No faltaron alardes con el percal, banderillas de todo tipo y disposición a raudales con la franela. Lástima que la espada se llevara lo que era un éxito cantado.

Antes, en el que abrió plaza, un animal que, además de flojo, se defendió con muy mal estilo por su absoluta falta de raza, Padilla nada más que pudo destacar con los palos. Tampoco anduvo fino con la tizona. Silencio en filas.