Toros

Sevilla

Esaú y las embestidas catalanas

Al volapié

Esaú Fernández sufrió una espectacular cogida en el primero
Esaú Fernández sufrió una espectacular cogida en el primerolarazon

No es mal sitio una plaza de toros para contemplar las pavesas de lo que va quedando de España. La Fiesta de los toros y España, tan parecidas. Tan cainitas, tan maniqueas –sol y sombra, «gallistas» y «belmontistas»–, tan saturnales y tan devoradoras de sí mismas. Los toros, como España, llevan 500 años intentando destruirse y no lo han conseguido. O al menos eso va diciendo García-Margallo cada vez que le preguntan. Es difícil el 27S escapar del bombardeo informativo, por mucho que a uno le pida el cuerpo hablar de galleos y verónicas y no de esteladas e israelitas a pie de urna. No hay posibilidad de huida si está el móvil encendido y los periódicos enviando noticias como ráfagas de ametralladora. En los previos de la última de San Miguel –Esaú Fernández, Borja Jiménez y Lama de Góngora– le escucho a un parlamentario del PP que la alta participación será positiva. Y ratifica lo que ya se sufre, que «el asunto se ha ido de madre. Ya no lo controla ni Mas, ni Junqueras, sino la ceguera independentista». La primera alerta salta al móvil en el que abrió plaza, el mejor de los seis «alcurrucén». A las seis, la participación alcanza el 63 por ciento, 7 puntos más que en 2012. El susto no es comparable a la cogida que encaja en ese momento Esaú Fernández, que quiere meter al toro en el hueco imposible de una arrucina. Lo zarandeó el bicho como si fuera de goma. A auxiliarlo fueron Pepe Borrero y «El Cid», que saltaron las tablas como Ordóñez el día del cigarro. Salió indemne Esaú pero los arrestos de más, quedaron de menos con la espada. Una y una tenía en la mano. La segunda alerta llegó en el tercero. Ni comunicaba el «alcurrucén» ni comunicaba Lama. Queda una hora –lanza la chicharra– para que se cierren los colegios electorales en Cataluña. Con Borja Jiménez en el quinto llegó el tercer aviso informativo. El quinto, huidizo pero sin mal fondo. Tuvo que correr el de Espartinas para amarrar al «núñez», que quería salirse de España. «Juntos por el Sí necesita de la CUP», dice la encuesta de TV3 que explota como una bomba de racimo. Como un verdadero misil debió encajarlo Mas, el que prohibió los toros en Cataluña, porque la CUP anda pidiendo su cabeza. Hace tiempo, ciertamente, que Mas la perdió. Sería mucho imaginar que la banda de Tejera estuviera al tanto del trajín catalán, pero en el entreacto del quinto al sexto sonó, nostálgico, como un pasodoble de exequias, «Suspiros de España». A la vuelta, enfilando Adriano, crecía la pompa internacional. No por lo que ocurrió en La Maestranza, que fue escaso, sino por Cataluña. El «blitz» informativo era de «The Guardian»: «Separatist parties on course for majority». Con el 80 por ciento escrutado, la cornada no era segura. Acertó el parlamentario aficionado. Confiemos en que el esqueleto de España dure algo más que los toros en Cataluña.