Toros

San Sebastián

Faenas para la desmemoria

Curro Díaz corta una oreja en la segunda corrida de la Semana Grande de San Sebastián con una desigual corrida de El Parralejo

El diestro Curro Díaz ejecutando un pase de pecho en la Plaza de Toros de Illumbe / EFE
El diestro Curro Díaz ejecutando un pase de pecho en la Plaza de Toros de Illumbe / EFElarazon

Fue un volantín a destiempo, una cruz en el camino, un fuego cruzado que desarmó al toro cuando el toreo no era y no fue. Ocurrían las cosas mal dadas, las cuentas descontadas, los ánimos desanimados con ese toro que quería coger el engaño, que tenía prontitud, ese primero de El Parralejo que tuvo buena condición, pero que dejó en el volatín que sufrió de capa cuarto y mitad de sus energías e ímpetu. No le quedó otro camino, otra puerta a la faena de Curro Díaz que la lentitud, el mimo, la armonía, para que aquello no descuadrara el poco fondo que le quedaba al toro. Resolvió el torero de Linares en una faena aseada. Y ahí se fue el primer toro de la segunda de feria. La segunda de los 20 años de la plaza. La de Illumbe. La plaza alejada del centro y en lo alto. Divisando San Sebastián. Tan a desmano de todo que ya tiene mérito acercarse a pasar la tarde. Y la pasamos sin grandes alegrías, con más mediocridades que otra cosa, con una suma de faenas que caen con facilidad en la desmemoria. Fue el cuarto un toro bastote, pero luego quiso muleta más de lo que creíamos. Le costaba, aguardaba un punto a la espera y cuando iba lo hacía bien. Fue la faena de la oreja, tras una suma de tandas inconexas, que acabaron en el premio, sin apenas petición, ni haberla disfrutado.

El segundo salió descoordinado, como si los cuartos delanteros y traseros no se correspondieran al mismo animal. Así, flojete y descontrolado en la embestida, se mantuvo de principio a fin en la muleta de López Simón, que se fue extenso en la voluntariosa labor y desdibujada en ocasiones. Acobardado el quinto no dejó lugar a grandes glorias. Poco a poco fue Simón dándole confianza para que tomara el engaño con más continuidad, pero la emoción rondaba por otros fueros.

«Molinero» sí que trajo al ruedo de San Sebastián cositas buenas. Fue bravo y encastado. Y repetidor. No pasaba por ahí como si nada, sí pasaba por ahí como si todo. Luis David intuyó lo que tenía delante, al menos en los primeros compases de la faena. La comenzó agudizando más el ingenio, con las arrucinas por la espalda y buscando el factor sorpresa, que el toreo fundamental, al que le costó llegar y construirlo. En ello se disipó la faena antes de hacerse fuerte. Sorprendió de nuevo con unas bernadinas al filo y una espada sin contundencia. Suavón fue el sexto. El lote se llevó el mexicano. Por lopecinas el quite. Temple en la muleta. Cuando quedaba todo que decir. Imprimió el torero suavidad, ante las repetidas arrancadas del animal, pero sin acabar de embrocarse con él, siempre en línea y resolviendo la falta de estructura de la faena con los socorridos circulares. Con la estocada... se fue la tarde. La tarde en la que por no pasar no pasó nada. El tiempo que nos arrastra. Irremediablemente.

Ficha del festejo:

San Sebastián. Segunda de la Semana Grande. Se lidiaron toros de El Parralejo, desiguales de presentación. El 1º, noble y flojo; el 2º, flojo y sin clase; el 3º, encastado y bueno; el 4º, con buen fondo y punto tardo; el 5º, tardo y acobardado; y el 6º, noble y de buena condición. Un tercio de entrada.

Curro Díaz, de coral y oro, dos pinchazos, media estocada (saludos); estocada, descabello (oreja).

López Simón, de canela y oro, estocada corta, aviso, dos descabellos (saludos); estocada caída, aviso (saludos).

Luis David, de blanco y plata, pinchazo, estocada perpendicular y caída, descabello (saludos); estocada, aviso, dos descabellos (vuelta al ruedo).