Toros
Joselito: «Que me llamen asesino no me insulta, no lo soy»
Ha publicado su segundo libro, «Los toros explicados a mi hija» (Espasa). Es Joselito en estado puro para desmontar la corriente animalista a fuerza de puros argumentos animalistas. «Vivimos en una sociedad enferma, no queremos pensar», dice
Ha publicado su segundo libro, «Los toros explicados a mi hija» (Espasa). Es Joselito en estado puro para desmontar la corriente animalista a fuerza de puros argumentos animalistas. «Vivimos en una sociedad enferma, no queremos pensar», dice
J osé Miguel Arroyo «Joselito» es matador de toros, ahora en el retiro, y ganadero, de bravo y manso. Conocedor al milímetro del campo y las normas que se establecen en él. Tan alejado del mundanal ruido que cuando vuelve a Madrid, de donde es, se le nota raro. Empezamos a charlar. Va encajando piezas.
–¿Por qué explicarle los toros a su hija?
–En realidad no se lo he explicado, la moraleja del libro es que he respetado a mi hija para que tome sus decisiones. Creo que si me hubiera sentado a hablar con ella había obtenido el resultado contrario.
–¿Ha leído el libro?
–No, todavía no.
–¿Antitaurina o no le gustaban los toros?
–Antitaurina no, pero no le gustaban. Yo creo que cuando me pegó en Nimes el golpazo en la cadera, que ella era muy pequeña, y vio la tensión de mi mujer al enterarse y el tiempo en el hospital... Creo que aquello le dejó una sensación mala.
–Sí le vio en su regreso hace dos años en Istres...
–Sí, pero al final le obligas a dejar de estar con los amigos y llevarse tres o cuatro días fuera de casa, pero se sentía orgullosa después de la corrida. Aunque mi hija es como yo, si le preguntas, de primeras es un no y luego ya va reflexionando.
–Usted es matador de toros retirado, pero ahora mismo es ganadero. ¿Es curioso que un animalista le pueda cuestionar?
–Yo soy animalista. Y algunos de los que me tratan de bárbaro son los mismos que tienen una mascota en casa a la que coartan su libertad y con la que mantienen una relación autoritaria: el animal caga y mea cuando su dueño decide. ¿Y eso es ser defensor de los animales? A lo mejor son tan salvajes como yo, o más.
–¿Desconocemos las leyes del campo y las propias leyes entre los animales?
–Desconocemos cómo viven los animales y por qué viven. Por ejemplo, la leche no viene en un tetrabrick. La vida de una vaca son cinco partos, porque a partir del quinto empiezan a reducir la cuota de leche y ya no interesan y hay que sacrificarla. Hasta ese momento se la lleva a revientacalderas, eso es una superproducción y cuando deja de interesar se la mata. O un ternero de una vaca de leche vive en cautividad, se les mete en un jaulón y cuando crecen al cebadero, siempre en sitios angostos. Los filetes no vienen en bandejas ni se cogen de los árboles, pero qué ocurre, ¿hay animales de primera y de segunda?
–¿Cree que todas estas corrientes son una moda?
–Creo que es algo insensato; el otro día veía en televisión un anuncio de comida para gatos castrados. ¿De verdad se promociona castrar a los gatos? ¿Esto es normal?
–El libro parte de la dureza de la vida como forma de entendimiento de la vida.
–Si la cosa más bonita del mundo, que es el nacimiento, empieza con extrema dureza... Somos una sociedad enferma, no queremos pensar, queremos que todos sea fácil, gracioso y cuando nos hacen pensar, no queremos. Ésa es la reflexión: hay que pensar y plantearse las cosas, pero no desde el desconocimiento.
–¿Será una moda pasajera o la evolución de la sociedad?
–Es muy fácil que sea la evolución cuando nos están taladrando todo el rato con el mismo mensaje. Al final, cala.
–¿Saben explicar lo suyo?
–No tiene explicación. El tema es que hay que conocerlo. Saber los entresijos. La emoción es muy íntima y personal. De pronto algo te manda un mensaje y te encanta o no. Una vez viendo un cuadro yo estaba alucinado y llegó uno a explicarlo y me fastidió mi momento mágico. Había mil cuadros y ése fue el que me volvió loco. Esas cosas pasan con el arte y eso no se explica.
–¿Qué siente cuando le llaman asesino?
–Me da igual, como si me llaman rubio, no lo soy, o alto, tampoco me insultas. Asesino, diga usted lo que quiera, yo no lo soy.
–¿Qué es un toro para usted?
–Muchas cosas. Tu amigo, tu enemigo, tu confidente, el que te puede dejar ser creativo, el que te puede quitar todo. Puede ser lo mejor y lo peor.
–¿Le veremos en los ruedos?
–(Se hace un silencio muy largo, como si no encontrara las palabras)... No creo.
–Ay, ese silencio.
–He toreado cinco becerras en el campo... Me he quitado esa mala sensación que me dejó la vaca que toreé en un tentadero en Talavera (a primeros de enero)... Este año, que se cumplen los 30 de alternativa, sí, tenía idea de haber toreado en Málaga.
–¿Y qué ocurrió?
–Esa vaca jodió todo (la de Talavera). Si no hubiese existido a lo mejor estaba preparándome hoy para torear en Málaga. Y la cosa es que luego vi vídeos y la cosa no salió tan mal como la sensación que tenía, pero yo qué sé.
–¿Se cura el veneno?
–Sí, pero hay brotes. Yo estaba curado hasta hace dos años. No había sentido la llamada y de pronto venga, venga y venga.
–¿Se es igual de feliz sin torear?
–Sí, aunque distinto. La sensación que tienes cuando te has sentido con un toro es incomparable.
–¿Le veremos entonces en 2017?
–(Ríe). No sé, no sé. Es que ya no hay números redondos. Era este año.
–¿Y los necesita?
–Sí.
–Igual una llamada...
–Igual. Quién sabe.
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