Feria de Bilbao
La épica hercúlea de Iván Fandiño
El vasco se sobrepone a dos cogidas espeluznantes para cortar cinco orejas en su encerrona
Guadalajara. Segunda de la Feria de la Antigua. Se lidiaron toros de Jandilla y uno (3º) de Vegahermosa, desiguales de presentación. El 1º, enclasado, con movilidad y recorrido; el 2º, encastado y exigente; el 3º, rebrincado y protestón, deslucido; el 4º, manejable pero sin empuje; el 5º, buen toro, con motor y fijeza, humilló por abajo; y el 6º, de poca fuerza y media arrancada. Casi lleno en los tendidos.
Iván Fandiño, de rosa y negro, dos pinchazos, media, dos descabellos (silencio); pinchazo, buena estocada (oreja); estocada, descabello (oreja); media trasera (oreja); estocada casi entera (dos orejas); estocada defectuosa (saludos).
Merodeaba el reloj ya las nueve menos cuarto, para entonces, la figura de Iván Fandiño era pura épica a hombros. El cuerpo, desmadejado. La chaquetilla, hecha jirones. Mil y un descosidos en las telas. Cicatrices de letales pitonazos. El rostro y el pelo, colmados de polvo y arena. Un porrazo amoratado en la frente. Secuelas de la batalla. Daba igual. Poco o nada importaba una brutal voltereta al entrar a matar al segundo. El chaleco del terno goyesco, hecho trizas. Conmoción brutal, que se tornó salvaje en el sexto. Hizo hilo el jabonero y con un derrote seco le pegó una vuelta de campana para encunar por el pecho después. Mareaba sólo verlo. En el suelo, le marcó la cornada por dos veces en los riñones. Un horror. Contuvimos la respiración. Por fortuna, hubo milagro. O simplemente, Fandiño no es de este mundo. Bajo su apariencia humana, otro Hércules para el Olimpo. El del toreo, claro. Porque el de Orduña también torea. Y bien. Lo demostró en el quinto. La faena de la tarde. Hasta tres cambiados por la espalda sin enmendarse y el remate por abajo del desdén. Antes, había dejado un ramillete de chicuelinas en un largo saludo capotero. Se acopló y, muy encajado, barrió el albero con la franela. Muy despacio. Seis o siete derechazos a cámara lenta. Dos tandas más al natural. Hubo rotundidad. Siguió ligando los pases y abrochando las tandas hasta un vistoso cierre por manoletinas. Estocada casi entera y dos orejas. Cinco, en total.
Tres había paseado de los toros anteriores. La cuenta se inició con el encastado segundo. El de la primera voletereta. Fandiño hizo un esfuerzo importante. Se fajó y logró trazarbuenos naturales. Largos profundos. Otra más sumó en el tercero. Rebrincado y más deslucido en el que puso todo para estar por encima del de Vegahermosa. Misma película en el cuarto al que saludó con una larga cambiada. Disposición sin mácula de Fandiño ante un astado con movilidad, pero descompuesto y sin entrega.
La encerrona comenzó con un buen saludo capotero al primero, al que intercaló chicuelinas y tafalleras luego en el quite. Lo toreó bien por la derecha, con pureza, echando los vuelos al hocico del animal. Series notables por ambas manos, pero la tizona roma, sin filo, le dejó sin trofeos. Lo mismo sucedió con el sexto, que sólo embistió con franqueza para lanzar por los aires a ese Fandiño hercúleo, volcánico, que acumula gestas como si nada. Y la Feria de Otoño, también presente este año, a la vuelta de la esquina.
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