Lima

«Madrid me ha dado la confianza que me faltaba»

Tras volver a destacar en Las Ventas, Juan del Álamo, que ya piensa en San Fermín, se ve ahora «más capaz en la cara del toro»

«Madrid me ha dado la confianza que me faltaba»
«Madrid me ha dado la confianza que me faltaba»larazon

Con menos de dos años de alternativa, Juan del Álamo no pecó de conformismo tras cortar una oreja el pasado San Isidro y apostó por volver a Madrid. Sin las luces ni el taquígrafo de San Isidro, el de Ciudad Rodrigo logró un nuevo toque de atención. Catapulta definitiva hacia al circuito de ferias. Oreja de ley a «Flamenco» que ya estuvo reseñado como segundo sobrero en su paso por San Isidro- y objetivo cumplido. Segundo aldabonazo para el mirobrigense, que aún con 21 años ya mira a su próximo compromiso: su estreno como matador de toros, pues ya hizo el paseíllo como novillero, en Pamplona. San Fermín espera.

-Enhorabuena por el triunfo, dos de dos en Las Ventas.

-Muchas gracias.Sí, Madrid me está dando oxígeno, porque a principio de temporada estaba sin esa confianza que requiere todo torero. Me ha dado el crédito necesario para que las empresas se acuerden de uno. La oreja de San Isidro ya sirvió para entrar en Pamplona, Lima y algún cartel en Francia, ahora la del domingo debe servir para relanzar el resto del verano.

-Y el día siguiente al triunfo, ¿qué ha hecho Juan del Álamo?

-Por la noche, mal dormir. Me quedé en la capital. Por la mañana, di un paseo y me acerqué al sastre para terminar de probarme un vestido de luces que me ha regalado un amigo. Después de comer, tranquilamente para casa, porque estoy como loco por irme al campo otra vez. Sigo tranquilo y con los pies en el suelo.

-¿Duerme mejor antes de hacer el paseíllo o después de torear?

-Pues, aunque pienso que lo lógico sería lo contrario, yo duermo más el día antes de la corrida. Después de torear... poco. Me paso la noche entera dándole vueltas a mis dos toros, recordando las faenas: lo que podría haber hecho o lo que he hecho y no debería haber realizado de esa manera.

-Poco había que mejorar de su segunda comparecencia en Madrid. Tarde rotunda. Estuvo firme y despejado.

-Sí, muy mentalizado. Iba convencido de que tenía que demostrar que el trofeo de la feria no fue casualidad, que no influyó la lluvia ni tuvo que ver que mis compañeros también lograran orejas. Buscaba la reconfirmación de que la oreja había sido justa y otra más se ha encargado de corroborarlo.

-¿Con cuál de los dos trofeos se queda?

-El domingo estuve muy a gusto. Por repercusión, una oreja en San Isidro pesa mucho más, pero como faena maciza y más compacta, me quedo con la última. Fue todo muy emotivo.

-¿Cómo recuerda sus dos faenas?

-En el primer toro estuve menos suelto, pero en el segundo disfruté de verdad. El sobrero de Carriquiri, aunque fue mansito y arrollaba para su querencia, tuvo mucha calidad. La verdad que los dos sobreros de este hierro fueron los que más opciones dieron a los toreros. Fue un animal exigente, porque cada arrancada no sabía si iba a por la muleta o a por mí, pero eché la moneda al aire y a base de taparle la cara y dejársela muy puesta siempre logré cuajarle las tandas.

-¿Ha visto las imágenes de la voltereta?

-Sí, una cogida muy fea. Afortunadamente me libré y salí de una pieza, porque viendo las fotografías... De la manera que me cogió, me podía haberme hecho un estropicio gordo. En realidad fue un fallo mío por quedarme al descubierto por el viento, aunque fue mucho más molesto en el tercero.

-A ese tercero de Los Recitales, algo brutito, le pegó hasta cuatro tandas de naturales.

-Sí, pero no terminó de convencerme, no tuvo ni mucho menos el encaje de la faena al sexto. Faltó ese compás. Es cierto que el toro se movió, pero con genio y sin entrega. Si le sumas que se notó el aire y que la gente estuvo un poco a la contra con la corrida hasta el sexto, se entiende porqué no tomó vuelo.

-Aceptó el reto de regresar fuera de San Isidro y encontró premio.

-Sobre todo iba a dar la cara, a demostrar que no me conformo con la buena impresión de San Isidro. Busco crecer, lograr ese éxito rotundo que te pone en órbita para funcionar y, tal y como está el escalafón que no hay huecos para anunciarte en ningún sitio, Madrid da mucho.

-¿Firma entonces volver en la Feria de Otoño?

-Y antes. Si me llaman otra vez para agosto, vuelvo corriendo. No me importa torear en Las Ventas las veces que haga falta. Lógicamente, es pronto, pero si me ofrecen un puesto en la Feria de Otoño, yo voy encantado. Le debo admiración a esta plaza y a esta afición, no puedo volver la cara.

-Fue su gran trampolín como novillero.

-Sí, me lanzó muchísimo en esta etapa de mi carrera, sobre todo, esa oreja del utrero de Carmen Segovia en San Isidro. Aunque también reconozco que faltó un triunfo fuerte. Lo pude lograr con una novillada de Zacarías Moreno, pero no tuve suerte y la tarde se me cruzó bastante. Ya como matador de toros, el año pasado se me escapó el triunfo con la espada después de una faena buena a «Marquesino» de Valdefresno. Este año, por fortuna, me he podido desquitar y materializar todo con los aceros.

-En el horizonte ya aparece Pamplona...

-Otra oportunidad para puntuar. Se pusieron en contacto con mis apoderados y sólo nos ofrecieron la de Dolores Aguirre. No lo dudé: para delante. Repito que no se puede despilfarrar las oportunidades, hay que apretar. San Fermín es un escaparate inmejorable y el aliciente perfecto para dar el siguiente toque de atención. Todo el mundo me dice que será un encierro fuerte, por la ganadería y por el sitio, pero... ¿Qué ganadero no manda un corridón a la Feria del Toro?

-Como sucede ahora a casi todos los jóvenes, acusó ese bache tras la alternativa. Parece haber renacido. ¿Qué ha cambiado este invierno en Juan del Álamo?

-La madurez. Ahí está la clave, mi mentalidad es la que se ha transformado, porque mi concepto sigue siendo el mismo, sólo que más depurado por el paso de los años. Posiblemente, haber vivido desde mi alternativa toda la parte dura de esta profesión, me ha hecho madurar y ahora me veo mucho más capaz en la cara del toro. Por eso, sólo pido que me respeten los toros y esa pizca de suerte en los sorteos. Lo demás, las ganas, el valor, mi toreo... ya lo pongo yo.