Alicante

Mejor, imposible

La feria de Hogueras arranca con un indulto y dos novilleros a hombros

Borja Álvarez torea con la derecha al Fuente Ymbro de indulto
Borja Álvarez torea con la derecha al Fuente Ymbro de indultolarazon

Alicante. Primera de feria. Novillos de Fuente Ymbro, el tercero corrido como sobrero, bien presentados, justos de fuerza y de buen juego. El cuarto fue el más complicado y el quinto, «Sacacuartos», fue indultado. Un cuarto de entrada.

Román, de azul rey y oro, estocada entera (oreja con petición de la segunda); estocada entera y caída (oreja).

Borja Álvarez, de grana y oro, pinchazo, estocada entera (silencio), indulto, aviso (dos orejas simbólicas).

Lama de Góngora, de carmín y oro, tres pinchazos, estocada entera, dos avisos (silencio); media estocada caída (silencio).

El abono de Hogueras, cuyo primer festejo acabó siendo triunfal, comenzó ayer con susto. Antes de romperse el paseíllo, un caballo de picar se desbocó y atropelló a uno de los subalternos del desfile, aunque la cosa no pasó a mayores.

Hubo luego susto para el primer novillo cuando Román quiso comérselo, metiéndose en su terreno, ganándole siempre pasos y pudiéndole de principio a fin. Pero también estuvo asentado, templando mucho a un astado que tuvo nervio y transmisión, prontitud y repetición. Le bajó muchísimo la mano, se arrimó como un desesperado y se lo pasó muy cerca. Y se quedó muy quieto. Y, ay, se empeñó en alargar inútilmente su faena, consiguiendo llevarse un enganchón. Se tiró a matar a por todas y dejó un estoconazo fulminante que, sin embargo, para el presidente no fue suficiente sino para conceder una oreja.

El cuarto, más escurrido y degollado, derribó al caballo y se quedó sin picar, llegando a la muleta crudo y sin entrega alguna. Incierto y sin humillar tuvo peligro, sobre todo por el pitón izquierdo. Pero el valenciano no se arrugó, plantándole cara y buscándole las vueltas, estando otra vez muy valiente y firme. Y aunque la estocada quedó un punto baja, la gente comprendió y valoró la importancia de lo hecho y le procuró la oreja que faltaba para abrir la puerta grande.

Borja Álvarez, que no pudo sacar gran cosa en claro de su primero, un utrero blando y sin fuerza con el que anduvo tan voluntarioso como atropellado, se encontró en su segundo turno con un novillo extraordinario, pronto, repetidor, alegre, humillado, incansable, sin un mal gesto, al que toreó con más entrega que calidad, solicitando de motu propio el indulto que, tras pensárselo un rato, tuvo el gusto de conceder el señor presidente.

Lama de Góngora, que se lució al recibir de capa al sobrero que hizo tercero, vendió gusto. Pero con un novillo que humilló y metió bien la cabeza ni se aclaró ni se acopló nunca, costándole mucho ponerse delante y perdiéndose en un trasteo largo y pesado en el que sólo hubo algún que otro detalle suelto. Mucho más entonado estuvo con el que cerró plaza, un animal también con hechuras de toro, alto y cuajado, con el que dejó pasajes estimables, muletazos limpios y elegantes pero adoleciendo su labor de falta de unidad y ritmo.