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Roca Rey se llevó la única oreja en su presentación en Valencia

Roca Rey saluda con la oreja del sexto
Roca Rey saluda con la oreja del sextolarazon

En Valencia, primera de la Feria de la Comunidad, se lidiaron novillos de Los Chospes, desiguales de presentación y de juego. Los mejores, 1º y 2º; el resto, deslucidos. Un cuarto de entrada.

Jorge Expósito, de azul noche y oro, estocada (vuelta al ruedo); media, pinchazo, estocada (silencio). Varea, de rosa y oro, pinchazo, aviso, estocada, sedungo aviso (saludos); pinchazo, media (saludos). Roca Rey, de púrpura y oro, estocada (vuelta al ruedo); estocada (oreja).

El primero de los festejos de la tercera feria del año en Valencia, la de la Comunidad Valenciana, estuvo precedido de una manifestación antitaurina, provocadora e insultante, que originó alguna escaramuza pero sin que hubiese al final incidentes graves. De todas formas, de seguir con esta manía, cualquier día tendremos un disgusto.

Luego, en el ruedo, la función no dio de sí todo lo que de ella se esperaba al flojear más de la cuenta el ganado de Los Chospes, desigual de presentación, flojo y de juego desigual, siendo nobles y manejables los dos primeros y más deslucido el resto.

La única oreja de la tarde se la llevó Andrés Roca Rey, que se presentaba en Valencia y que paseó ese trofeo por la gran estocada con que puso punto fina a la función y a una faena que tuvo un inicio vibrante y valiente interrumpido por un revolcón que puso al novillo a la contra y a novillero tan tesonero como muy encimista y algo embarullado. Su primero llegó a la muleta incómodo, rebrincado y descompuesto, llevándose otra voltereta que permitió ver que tiene valor y cuajo de sobra.

También gustó el castellonense Varea, muy seguro, asentado y puesto. Esperó mucho a su tardo primero, con el que toreó de capa a cámara lenta y al que llevó siempre muy toreado, bajando la mano y con las plantas quietas. Demostró recursos, personalidad y gusto y perdió la oreja al demorarse con el estoque. Volvió a lucirse con el capote con el quinto, berreón y tan parado que fue misión imposible sacarle un solo muletazo.

Jorge Expósito, al que acompañaron muchos de sus vecinos, compuso una primera faena de poco contenido en la que tardó mucho en darse cuenta de que el pitón bueno era el izquierdo. Cuando lo vio el animal, muy castigado en varas, ya estaba agotado. El cuarto blandeó de salida y se derrumbó al inicio del último tercio, poniéndose a la defensiva y sin dejar otra opción al de Algemesí que la de estar voluntarioso y porfión en una faena larguísima y sin apenas brillo que culminó recibiendo otra voltereta al entrar a matar.