Toros

Toros

Resaca de tarde

Ginés Marín corta la única oreja de la tarde en la última de la feria de Olivenza

Imagen de Ginés Marín toreando bajo la lluvia, esta tarde en Olivenza
Imagen de Ginés Marín toreando bajo la lluvia, esta tarde en Olivenzalarazon

Olivenza (Badajoz). Quinta y última de feria. Se lidiaron toros de 1º, Zalduendo, noble y con humillación; 2º Garcigrande, movilidad, repetición y rajadito; Victorino Martín, 3º, orientado y ágil de cuello, y 4º, va y viene sin humillar y sale desentendido; 5º, Domingo Hernández, bueno; 6º, Zalduendo, descastado. Casi lleno.

Antonio Ferrera, de turquesa y oro, dos pinchazos y se echa (silencio); ocho pinchazos, dos avisos, estocada corta, descabello (saludos); estocada caída, aviso, dos descabellos (saludos).

Ginés Marín, de tabaco y oro, estocada (oreja); estocada que hace guardia, dos pinchazos, aviso, media, cinco descabello (saludos); estocada (silencio).

Con los queridos que tiene Olivenza para anunciarse en sus carteles y lo que costó firmar sustituto de El Juli para el cartel de hoy. Por la tarde. Sólo había un motivo. Un nombre. Dos siglas. Una historia. Toda una leyenda capaz de dar media vuelta de tuerca al reloj de los pensamientos: los toros de Victorino Martín. Ya había caído la noche del día anterior cuando se hizo oficial la sustitución. La apuesta de El Juli, baja por la cornada que sufrió en Bogotá, la asumía Antonio Ferrera. Apuesta doble puesto que ya estaba anunciado en la matinal. No banderilleó en toda la jornada. Y de dos pinchazos dejó ir al otro barrio, de haberlo, al toro de Zalduendo que abrió plaza, que tuvo sus cosas buenas. Nobleza, a pesar de que a veces se quedaba a la espera de que tiraran de él con listeza, pero tomaba el engaño por abajo. Hubo muletazos del extremeño con verticalidad y relajo que tuvieron belleza en un trasteo largo y no siempre igualado.

Ferrera durante la faena de muleta en su primer toro

Había expectación sobre el Victorino y cumplió. Apretó en varas y en la muleta, donde se revolvió y le costó pasar. Ferrera se la jugó en la lucha. Y se salvó. Le costó un mundo la espada. Si Antonio es un veterano de la A coronada bien distinto es el caso de Ginés, que hizo las cosas con mucha honestidad al cuarto. Iba y venía el toro sin humillar y saliendo del encuentro desentendido. Quiso Marín y no renunció a su concepto en una faena entregada. La de más verdad de todas las que lleva en el fin de semana, aunque no tuviera premio.

Bonito había toreado a su primero, de Garcigrande, con la capa. Llegó el toro con movilidad y repetición a la muleta, pero con la inercia de irse del viaje, de querer rajarse. Ocurrió después muy rápido todo, con la molestia del viento, y poca profundidad en el toreo. Lo mejor, la estocada de rápido efecto. El sexto de Zalduendo no quiso pelea ni emoción ni alegrías. Descastado y queriéndose rajar dijo nones.

Largo y con muchos tiempos en blanco se fue Ferrera con un quinto de buen juego, que tuvo movilidad y repetición, y logró los momentos más suavones ya al final pero sin acabar de encandilar.

Se acababa Olivenza en jornada fría, como si nos hubiera llegado la resaca de lluvia de orejas matinal. Olivenza sigue siendo ese gran lugar.

Se presumiría interesante un mano a mano Roca Rey -Ginés. El duelo. La rivalidad. Piensen. Negocien. El público necesita ilusiones. Recompensarles. Impagables esas cuatro jornadas que han pasado aquí bajo la lluvia. Y sin quejarse.