Feria de Bilbao

Sin rastro de nuevos «Pistoleros»

Tarde de silencios con una tibia corrida de Baltasar Ibán de la que se esperaba mucho más

David Mora arrastra la embestida del tercero con un derechazo
David Mora arrastra la embestida del tercero con un derechazolarazon

Las Ventas (Madrid). Quinta de la Feria Arte y Cultura. Se lidiaron toros de Baltasar Ibán y un sobrero (2º) de El Montecillo, bien presentados y en tipo. Desrazados en general, ofrecieron más opciones 3º y 5º por su transmisión, aunque sin final en sus embestidas. Media entrada.

Diego Urdiales, de verde hoja y oro, media caída, tres descabellos (silencio); dos pinchazos, aviso, descabello (silencio).

Juan Bautista, de gris plomo y oro, estocada caída, dos descabellos (silencio); tres pinchazos, estocada baja (silencio).

David Mora, de rosa palo y oro, estocada contraria y desprendida (silencio); estocada baja y trasera (silencio).

Ni rastro de «Pistoleros». Tarde de silencios y poco contenido artístico en una corrida de Baltasar Ibán de la que se esperaba mucho más, tras la enorme cantidad de premios que amasó en 2012 por el conjunto a un encierro bravo y con clase, cualidades que aglutinó en un sólo toro el excelente «Pistolero», lidiado por Serafín Marín. Ayer sólo tercero y quinto, con transmisión pero sin terminar de romper, apuntaron detalles de bravura, pero sin acercarse lo más mínimo al festejo de hace un año.

Diego Urdiales trenzó el paseíllo un mes después de hacerlo en la primera de San Isidro. Un mes y mil y una historias después hizo ayer lo propio en la última de a pie de esta primavera madrileña. Tres puyazos se llevó «Agradecido», que rompió plaza, del encuentro con el caballo. Empujó y derribó en los dos primeros, más por la contundencia del topetazo que por su empuje, para salir suelto y coceando del tercero. Animal rebrincado que esperó mucho en banderillas. Continuó manseando en el inicio de faena del arnedano que buscó templar una embestida cada vez más descompuesta y sin recorrido. Protestó en cada uno de los muletazos que le propuso el diestro que, tras probarlo por ambos pitones con oficio, fue presto por la espada. Sin opciones. Tampoco se las ofreció el cuarto, que humilló tanto en el saludo como en el galleo por chicuelinas. Se dolió e intentó quitarse la vara bajo el caballo. Otro toro al que le costó completar el viaje en el último tercio. Sin someterlo en los primeros compases de faena, no mejoró la condición del animal y Urdiales, pese a sufrir dos coladas de entidad, optó por reducir las distancias. Tampoco fue la panacea para sus males y, más orientado, se vio obligado a despacharlo sin margen para el lucimiento.

Con el rédito logrado de una oreja cortada al buen sobrero de Carmen Segovia en el domingo de la granizada, Juan Bautista se hizo cargo de un salpicado, sobrero de El Montecillo, que sustituyó a un colorado que dejó buenas sensaciones tanto en el saludo capotero, entonado y con variedad por parte del galo, como en el primer encuentro con el peto. Se arrancó con prontitud y buen trote el de Baltasar Ibán, pero se partió por la mitad el pitón derecho al chocar con el estribo. El segundo bis de Paco Medina cumplió sin alardes en los primeros tercios, pero amagó con huir nada más arrancar el trasteo. Manejable, pasaba en la muleta, pero sin ninguna entrega ni celo. Bautista le probó por ambas manos y pronto desistió al corroborar lo deslucido del burel.

Menos entipado que sus hermanos, el quinto «Ibán» tuvo mayor presencia y hondura. Peleó con la cara alta ante los del castoreño y pasó muy distraído por el tercio de banderillas. En la muleta, tuvo codicia y transmisión por su movilidad, pero acusó la misma carencia que sus hermanos y no acabó de rebosar en la muleta de Juan Bautista, que tampoco supo poner aquello que le faltaba al animal. Trasteo solvente, maduro y profesional del galo, pero hueco en su contenido. Silencio en su lote y algunas palmas para la res en el arrastre.

Demasiado goloso para el «7» por su nombre, «Bastonito» –histórico toro de este hierro que encumbró al colombiano César Rincón–, el primero de David Mora, que se metió un importante arrimón en un quite por gaoneras, se llevó una desmesurada ovación en el arrastre. Cierto es que empujó en el caballo y se arrancó con prontitud en la segunda vara, bien agarrada por Mario Herrero; y cierto que existió transmisión en sus embestidas y humilló. Sin embargo, no había final en las mismas. Siempre acababa el muletazo con la cara por los cerros de Úbeda. Sin terminar de emplearse y sin tomarla de verdad hasta el final. Faltaba raza para completar el embroque. El de Borox lo intentó, pero era complicado ligar las series con rotundidad por la falta de fijeza del animal para encadenar el siguiente pase. Pese a todo, se echó mayor rotundidad. Mató de efectiva estocada una brizna desprendida y contraria.

Con la tarde en plena caída libre, David Mora cerró plaza con «Barberito». El colorado no hizo cosas buenas en los primeros tercios: remolón al segundo encuentro con el caballo y reservón a los garapullos. Tomó bien la muleta en redondo la primera serie. Compacta y templada. Fue un espejismo, porque el de sangre Contreras se vino a menos y cada vez más agarrado al piso le costaba un mundo desplazarse. Un desarme cuando trataba de probarlo al natural hizo demasiado empinada la cima que había que escalar y el diestro madrileño tiró inteligentemente por la calle de en medio.

Y es que ayer no hubo ni nuevos «Pistoleros» ni munición con la que armar un triunfo. La pólvora, por desgracia, estaba mojada.