Córdoba

Soberbios naturales y sequía en el día del arte

Gran faena de Alejandro Talavante en una decepcionante tarde

Jesús G. Feria
Jesús G. Ferialarazon

Las Ventas (Madrid). Décimo tercera de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Montalvo y un sobrero (4º) de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación. 1º y 4º, nobles pero de escasa transmisión; el 2º, encastado y repetidor; el 3º, manso pero muy bueno; el 5º, de mala clase; y el 6º, deslucido. Lleno de «No hay billetes».

Finito de Córdoba, de marino y plata, pinchazo, estocada baja, aviso, descabello (silencio); pinchazo hondo, cuatro descabellos (silencio). Morante de la Puebla, de azul noche y oro, pinchazo, aviso, media, doce descabellos (algunos pitos); dos pinchazos, tres medias, descabello (bronca). Alejandro Talavante, de nazareno y oro, estocada baja, dos descabellos (saludos); dos pinchazos, media, estocada (silencio).

El cartelazo, en el que se anunciaban Finito de Córdoba, en su temporada estelar, Morante de la Puebla, en la de los 30 acontecimientos, y Alejandro Talavante bien merecía que se acabara el papel y se acabó. La ilusión con la que uno va a la plaza es incomparable, el vacío con el que sale también. Morante de la Puebla cumplía con su único compromiso en toda la temporada en la Monumental de Las Ventas. Ni una vez más le veremos por aquí. Ayer el torero volvió por sus fueros, el de hace un par de temporadas y no a lo que nos tiene acostumbrados en los últimos tiempos. Tampoco pudimos ver una deslumbrante faena de Finito de Córdoba en este reencuentro que está viviendo con la afición a punto de cumplir un cuarto de siglo como matador de toros. A Alejandro Talavante le cayó la encrucijada de sacar la tarde adelante. Y le salió un de esos toros, en esta ocasión de la ganadería de Montalvo, que parece tener contratados para su paso por Madrid, mansito pero con ganas de acudir a la muleta con alegría y transmisión. La actitud de Talavante fue intachable desde que pisó plaza. Sobriedad y disposición. Su entrega en el tercero era agua en el desierto después de lo que habíamos vivido hasta entonces. Se frenó en el capote el de Montalvo y ya con el engaño al primer pase buscó refugio en la huida, camino a tablas. Así fue siempre, pero entre una cosa y otra, tomó el engaño con mucha claridad y transmisión. A Talavante no le importaba nada y entre otras cosas no le importó que allí, en mitad de la nada, donde le dejaba el toro, le levantara el viento la muleta. Lo tenía en la cabeza metido, mentalizado, seguro, y así cuajó una tanda de naturales que enganchó a la afición y le arrancó olés sonoros, rotos. Con la mano muy baja, sin perturbar el torero su verticalidad, templado y con ese pellizco que tiene Talavante para darle un plus a lo que hace. Estaba prendiendo Madrid o ya prendido cuando el extremeño se fue a por la espada. Yo hubiera matado por una tanda más. No sé el resto. El matador buscó el final pero el acero se le fue abajo y la fuerza de esa faena, que la había tenido, perdió intensidad en el camino, azuzada por cuatro pitos que le incomodaron para dar la vuelta al ruedo. Hasta ahí pudimos leer. El resto fue una cruz. El sexto iba y venía sin decir nada hasta que se rajó. No vale ese toro para Madrid y mucho menos en la tarde de figuras.

Sí quiso perseguir la muleta el segundo del festejo. O eso intuimos en la muleta de Morante. Lo hacía con casta, reponía un punto, no estuvo a gusto el torero de La Puebla y en vez de dar continuidad a los viajes, los cortaba. El quinto le acorraló de salida con el capote con mucho peligro. Le costó salir de ahí, el de Montalvo le había atosigado de salida y pareció tener la cruz puesta de antemano. Le pasó por el caballo cuarto y mitad. Tres varas. Una barbaridad. Y un suspiro duró en la muleta. Esta vez no valía el toro. Se fue con bronca. Morante en estado puro.

A Finito se le esperaba después del gran comienzo de temporada que nos ha dado. Ayer no fue. Aguantó el primero más de lo que parecía, pero la faena cumplió sin más la misión de romper el hielo. Con el sobrero cuarto de Cuvillo, que fue manejable pero con poca transmisión, se justificó, sin lograr romper la barrera de Madrid. La cota está más alta. Talavante la rozó. Bien conoce esta plaza.