Toros
Tributo de toros, deuda de toreo
José Garrido y Luis David Adame salen a hombros y Toñete resulta herido en el muslo derecho en Olivenza
Hace casi un año nos tapábamos de la lluvia como podíamos. No paró de llover, ni un tramo, en cinco jornadas de toros repartidas en tres días. Respirábamos hoy con algunos paraguas que resguardaban de los rayos del sol. Y hasta del susto, el que nos llevamos casi al comenzar con Luis David en el segundo. ¡Qué calidad de toro! Son décimas de segundo, definitorias. El todo y la nada se debaten ahí y como la vida y la muerte, también la encrucijada del misterio del toreo. El que arrebata hasta los huesos o el que te deja impávido por muchos muletazos que sumen, aunque esa montaña de muletazos te pase por encima y ahogado quedes. Pero sin sentir. Entre un extremo y otro, nace y muere el toreo con la misma intensidad que decía Pepe Alameda esa frase tan maravillosa para condensar lo que ocurre en una plaza ante el asombro colectivo: “Un paso atrás y muere el toreo, un paso adelante y puede morir el torero”, más o menos. Imprecisiones aparte Joselito trajo a Olivenza una corrida muy entipada, preciosa de hechuras y que embistió, salvo el sexto, que pagó la vara, y se acabó tras la primera serie, enterita, con sus matices, fue una corrida para no aburrirse y hartarse a torear. A hombros se fueron José Garrido y Luis David Adame y menos suerte corrió Toñete, que al entrar a matar, sufrió una cornada interna y fue intervenido bajo anestesia local. Pero más allá de los números, que ahí están y para las estadísticas quedan, anduvimos huérfanos de emociones verdaderas.
A las faenas le sobró número infinito de muletazos sin estructura, en ocasiones dos y tres finales cuando a veces no lograbas recordar los principios. Serán las modas, las nuevas tendencias o el toreo de las nuevas generaciones, será será... Pero el olé que nos pone de acuerdo a todos y reconforta con la tauromaquia en tiempos complejos no llegó. Firme estuvo Adame con un segundo de calidad exquisita que tendía a pararse, y así también el torero a aguantar el envite. Echó para adelante la faena con temple y gustó en las bernadinas finales que no requirió de espada. Doble premio se llevó del quinto de vuelta al ruedo. Encastado y bravo el toro, no sé si fue el mejor, sonaba a premio acumulativo por todo lo que llevábamos. Impresionante fue el encontrazo de la suerte suprema que dejaba atrás una faena escasa de estructura y con variados finales. Tres toros lidió Garrido, después de que Toñete sufriera la cornada al entrar a matar y dejar una faena voluntariosa a un tercero con repetición. Larguísimo y amontonado estuvo Garrido con el encastado primero, correcto con el gran cuarto que tuvo nobleza a raudales e infinita la embestida y sin opciones con un sexto que tras la primera tanda, de rodillas, le dijo hasta aquí hemos llegado. Y en verdad hay que tener mucho que decir para que las faenas no se eternas.
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