Feria de San Isidro

Un gran «Agitador», una ilusión efímera

Paco Ureña se las vio con un buen Fuente Ymbro y otro destacado cayó en las manos de El Payo

Buen muletazo con la diestra del murciano Paco Ureña al segundo toro de la tarde
Buen muletazo con la diestra del murciano Paco Ureña al segundo toro de la tardelarazon

- Las Ventas (Madrid). Segunda de feria. Se lidiaron toros de la ganadería de Fuente Ymbro, bien presentados. 1º, manso y relajado; 2º, gran toro bravo y repetidor, ovacionado en el arrastre; 3º, como sobrero, de buen juego, movilidad y repetición aunque se raja; 4º, deslucido; 5º y 6º, noble pero sin transmisión. Menos de tres cuartos.

- César Jiménez, de verde botella y oro, estocada trasera, descabello (silencio); y media defectuosa (silencio).

- Paco Ureña, de habano y oro, buena estocada caída, seis descabellos (silencio); y estocada corta caída (silencio).

- El Payo, de canela y oro, estocada trasera y caída, dos descabellos, aviso (silencio); y pinchazo, cuatro descabellos (silencio).

Lo tuvimos en la mano. O casi. Era como soñarlo y apretar los dientes antes de que se difuminara. Era Madrid y Madrid marca y determina en este intensivo mes de mayo, de algún éxito y un buen puñado de fracasos. Sin excepciones. Pocos salen airosos de este maratón venteño. César Jiménez inauguró festejo con un primero que siguió los ecos del día anterior de mansedumbre. Cantada pronto, antes de que llegara el desenlace final. Se abría en cada embestida de camino a tablas y César Jiménez dejó una faena que parecía más de campo que de ciudad, pero sin un hilo conductor para mantenerla en pie.

«Agitador» nos hizo entrar en la tarde ya en el caballo. De largo, larguísimo fue al peto, allí donde le colocó Paco Ureña para medir las intenciones del toro. Fue más en la distancia de lo que apretó después, mas el espectáculo estaba servido con un brillante tercio a cargo de Pedro Iturralde, que recibió una ovación de despedida. En el centro del ruedo le presentó batalla Paco Ureña, con la derecha, en la distancia, muy del gusto de Madrid, para dejar galopar al toro y que llegara a la muleta con esa explosión de emociones. Era un tren que se abría en el viaje, al tercer o cuarto pase Paco Ureña se relajó justo para rematar con el de pecho. A la siguiente tanda fue cuando de verdad las ilusiones nos hicieron creer en un presente mejor. Centrado con el Fuente Ymbro e incluso disfrutando de lo que estaba pasando ahí abajo. Al natural, con un ritmo más desigual el toro a pesar de que colocaba bien la cara, se destempló la armonía de la faena y luego volvió por la diestra y en ese momento en el que aquello tiene que retumbar se diluía la intensidad de las buenas vibraciones. La espada, y sobre todo el descabello, acabó con el atisbo de redondear faena, con esa posibilidad de cortar un trofeo a un toro al que se ovacionó con mucha fuerza. Un gran toro de Fuente Ymbro, que ya fue una pintura por sus hechuras.

El tercero, bis, también tuvo cosas buenas. Embistió por abajo, con rotundidad y transmisión. Octavio García «El Payo» soltó las muñecas con la capa con muy buen estilo toda la tarde, sobre todo en las medias verónicas, tan verticales como desmayadas. Y ya en la faena de este tercero despachó con mucho gusto e intensidad los cambio de mano. A la faena no le faltó ligazón ni pulcritud pero sí esa cosa, ese no sé qué que te distancia del resto. Se alargó con el sexto, que tenía nobleza y clase pero cero transmisión. Fue a partir del cuarto cuando la tarde se vino abajo del todo. Ése, el segundo de Jiménez, mansote y deslucido, dio pocas opciones; tampoco muchas más un quinto, de noble arrancada pero sosería a raudales. Con este Paco Ureña se justificó de lejos, de cerca, pero con el toro no había sintonía posible. La corrida, la buena buena, acabó en el tercero. Bis. Y con un toro premium que saltó en segundo lugar. Esas cosas.

Talavante abre la puerta de los Califas en el 50 aniversario

Alejandro Talavante abrió, ayer, la puerta de los Califas en Córdoba. En la celebración del 50 aniversario del ruedo cordobés, el extremeño cuajó una buena faena al quinto y cortó dos trofeos. En la inauguración de la plaza, en 1965, torearon Manuel Benítez «El Cordobés», José María Montilla y Gabriel de la Haba «Zurito». Ellos mismos encabezaron el paseíllo, 50 años después, por delante de Finito de Córdoba, Morante de la Puebla, El Juli, Manzanares, Talavante y Julio Benítez «El Cordobés hijo». Se lidiaron toros de Garcigrande (1º bis y 3º), Juan Pedro Domecq, El Pilar, Núñez del Cuvillo y La Palmosilla y el balance de la tarde quedó de la siguiente manera: Finito de Córdoba, silencio; Morante de la Puebla, oreja; El Juli, oreja; Manzanares, oreja; Talavante, dos orejas y El Cordobés hijo, silencio. El festejo se realizó a beneficio de la Asociación Española contra el Cáncer.