Ferias taurinas
Valdeoro, herido en una mansada de libro de Valdefresno
Ovaciones para Ferrera y Del Álamo en una cuarta de Colmenar marcada por el aquerenciado juego de los “lisardos”, cuyo primero lesionó en el nervio ciático al torero de plata
Fue una mansada de libro. La de Valdefresno, en Colmenar, tenía aprendida la lección. De memoria se sabía las querencias, acentuadas por la desencajonada de días atrás y en un hierro que viene sufriendo este problema los últimos años... Estoico estupor. Al menos, el cuarto dio para un quite «made in Ferrera» a la verónica y una media para rescatar la tarde. De cartel. Luego, le robó tres tandas en redondo y otra al natural a base de «empaparlo» de muleta, siempre muy puesta en el hocico. Tenía la oreja, pero pinchó dos veces y todo quedó en saludos. Antes había roto plaza un toro de Valdefresno que, salió suelto y sin fijeza en los engaños de Ferrera. Sin apenas pegarle cuatro lances, el toro comenzó a marcar de manera descarada las querencias. Hubo que picarlo junto a toriles y banderillearlo en esos terrenos. Allí, ganó la cara a Javier Valdeoro en el primer par y de un derrote seco le prendió por la cara interna del muslo. Le pasó por encima, pero se libró de milagro, porque los pitones pasaron como una guadaña. Pese a ello, ya iba herido. Fuerte contusión en la zona ilíaca derecha y, más preocupante, lesión en ese temido nervio ciático. Ferrera tomó la muleta, pero ni siquiera pudo pegarle uno, porque el toro nunca cejó de huir. Sainete con el descabello. Inédito. Silencio.
Abría más la cara el tercero, bajo y de lomo recto, que tampoco llenaba su esqueleto. Tras pegarse una vuelta se fue a parar junto a la puerta de corrales, por la que entró para la desencajonada el pasado fin de semana. Parecía un calco de los dos anteriores, pero este no se cobijó, sin embargo, tanto, junto a la «tapia». Las fuerzas, eso sí, muy al límite. Pasó, pese a todo, el corte y Del Álamo firmó una faena, sin apreturas, en la que corrió la mano, muy asentado, por ambos pitones delante de un astado que se dejó sin maldad, pero sin pujanza por esa falta de motor. Falló también con la espada. Saludos. El colorado sexto, en «Atanasio» por ese «goterón» que «lo» de Javier Pérez Tabernero, fue un toro bastito y de embestida algo bruta, que también acabó rajándose en busca de toriles. Tesón Fe Del Álamo sin respuesta. Silencio.
No estuvo la tarde para Perera. Todo a la contra. Primero, con el salpicado segundo, altote y largo, aunque suelto de carnes y sin llenar la caja pese a ser el de mayor peso en la báscula. Buscó sin remisión las querencias y costó lo suyo sacarlo de esos terrenos. Muy desentendido, Perera lo intentó por ambos pitones, pero no pasó de probaturas. Ni una tanda completa pudo ligarle al de sangre «Atanasio», muy deslucido y que, además, se giraba al revés. No anduvo fino con los aceros. Silencio. Con el quinto, huidizo y aquerenciado como la mayoría, la faena volvió a agonizar antes de empezar. Un suspiro. Delante otro manso de libro, cierto, pero se vio al pacense muy desdibujado. Apático. Pitos.
Colmenar Viejo (Madrid). Cuarta de la Feria de Los Remedios. Toros de Valdefresno, todos muy mansos y aquerenciados, desentendidos, algunos apenas sin embroque. Marcaron menos esa tendencia el 3º blando y el 6º, que también se acabó rajando. Un tercio en entrada.
Antonio Ferrera, de verde esmeralda y oro, media contraria, nueve descabellos (silencio); dos pinchazos, estocada (saludos).
Miguel Ángel Perera, de aguamarina y oro, pinchazo, estocada caída, cinco descabellos (silencio); pinchazo, estocada caída y trasera (pitos).
Juan del Álamo, de verde botella y oro, tres pinchazos, estocada desprendida (saludos); estocada tendida (silencio).
Parte de Valdeoro: «contusión en pala ilíaca derecha y en articulación sacro-iliaca con probable lesión del nervio ciático mayor»
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