El chequeo de la cosa

Calefacción germana

El plan presupuestario alemán incluye un recorte de algo más de 45.000 millones

El canciller alemán, Olaf Scholz
El canciller alemán, Olaf ScholzCLEMENS BILANAgencia EFE

Alemania entra en la crisis de las calefacciones cuando más aprieta el calor y más se enfría su economía. Es la última controversia germana. El proyecto verde de urgencia de electrificar las calefacciones ha chocado con los tribunales que han paralizado la aprobación de la ley porque falta un suficiente debate parlamentario. Es otro eslabón en una cadena de achaques en el ejecutivo de Olaf Scholz agobiado por la ralentización económica y los efectos de la suicida e imprudente política energética germana, que establecía la sumisión de su industria a los gases rusos y los humores del Kremlin. El ejecutivo «semáforo» de Berlín también debe enfrentarse al incremento de la temperatura política con su plan presupuestario que incluye un recorte del gasto público de algo más de 45.000 millones.

Se acabó la barra libre. Todos los departamentos del gobierno alemán sienten el filo del recorte salvo Defensa. Alemania marcó el paso para regar de dinero comunitario, con los Fondos Europeos, a las economías más retrasadas y hoy establece el rumbo del regreso a la disciplina fiscal. Uno a uno pasará por el aro.

El ajuste presupuestario germano llega en vísperas de la aprobación de las reglas fiscales europeas. Normas que entrarán en vigor en 2024 y que deberían definirse durante la presidencia española en la gran batalla del semestre. Las trincheras fiscales son las de siempre, norte austero y sur gastador.

Por lo pronto, diez países, con Alemania al frente, reclaman un endurecimiento del reglamento y una mayor reducción de la deuda pública. La AIREF duda de que España sea capaz de rebajar su déficit y solicita límites al gasto autonómico. En campaña electoral es como echar carbón a la caldera.