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El Estatuto del Becario

Contiene errores graves que pueden dinamitar una figura que, más que de utilidad para las empresas, lo es para quien tiene la oportunidad de conseguir las prácticas

Antes de abandonar el Ministerio, Yolanda Díaz se ha sacado el estatuto de la manga
Antes de abandonar el Ministerio, Yolanda Díaz se ha sacado el estatuto de la mangaJ.J.GuillenAgencia EFE

Todos hemos sido becarios y muchos tenemos un buen recuerdo de una etapa que nos sirvió para aprender, entrar en contacto con el mundo laboral y pasar finalmente a formar parte de una empresa. Los becarios de nuestro tiempo trabajábamos de sol a sol cobrando poco y, en ocasiones, nada. El que abajo suscribe lo hizo sin retribución durante su primer año de prácticas, pero el recuerdo de aquel periodo no puede ser mejor. Gracias a tal oportunidad pude optar a una beca remunerada, a las suplencias de verano y a sustituir por último a un redactor titular cubriendo su baja. Si no hubiese aceptado aquel primer año de prácticas sin cobrar, probablemente no hubiera tenido opción a lo ulterior. Eso hoy es imposible, y me parece bien, pues siempre hay que dar contraprestación, siquiera sea para cubrir costes de transporte y manutención. Seguro que algunas de las becas de prácticas de antes eran abusivas. Algo que por fortuna se ha ido corrigiendo. Pero el Estatuto del Becario que se acaba de sacar de la manga Yolanda Díaz, antes de abandonar el Ministerio, contiene errores graves que pueden dinamitar una figura que, más que de utilidad para las empresas, lo es para quien tiene la oportunidad de conseguir las prácticas. El primer error es que sólo se ha pactado con los sindicatos. El segundo, que es reglamentista en exceso. El tercero, que carece de flexibilidad. Y finalmente que impone sanciones inviables para las empresas. Universidades, fundaciones, centros educativos y patronales están en contra. Pero a Yolanda Díaz le da igual. A ella le basta con el visto bueno sindical