El chequeo de la cosa
Trabajo fugaz
La duración de los contratos en abril fue solo de un mes y medio
El contrato indefinido era sinónimo de empleo fijo. Ahora, el carácter indefinido recupera su acepción primigenia, no tiene término señalado o conocido. La precariedad laboral ha cambiado de máscara para quedarse. La temporalidad alcanzó en España cotas insuperables, el 30% de los puestos de trabajo.
La Reforma Laboral buscó atajar estas tasas, donde la faena se limitaba a unos pocos jornales y la ocupación terminaba antes de habituarse al cometido para, pronto, revisitar la archiconocida oficina del paro. La reforma auspiciada por Yolanda Díaz prohibió la mayor parte de los contratos temporales. Sin embargo, la estructura productiva del país no cambia ni por ley ni reglamento en el BOE. Buena parte del trabajo es temporal porque lo son los pedidos, las actividades y las empresas.
España es uno de los países con mayor estacionalidad, ya sea por el turismo, la hostelería o la agricultura. Y la precariedad, como el agua, encuentra la fisura en la norma para asomar su feo rostro. En el primer trimestre del año, la duración media de los contratos indefinidos apenas fue de 51 días. Son indefinidos porque no se sabe cuando finiquitan. No es el soñado empleo para toda la vida. En abril la cosa fue peor, los nuevos contratos solo duraron mes y medio, según el Instituto Adecco. Hace 17 años que no se ven empleos tan fugaces. Un destello. Con tan escasa labor apenas hay compensaciones en la marcha. Añadir a esto el empleo intermitente de los fijos discontinuos. Además, se han disparado los despidos por no superar el periodo de pruebas y los disciplinarios, con cero indemnizaciones.
Y, a la vez, nunca ha habido tantos afiliados como ahora, con lo cual la rotación vuelve a ser infernal.
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