Estreno

«Counterpart»: De lo que somos y de lo que pudimos haber sido

La ficción, que acaba de estrenarse en HBO España, mezcla la ciencia-ficción y la intriga de espionaje para reflexionar sobre la condición humana

J. K. Simmons, protagonista de la serie
J. K. Simmons, protagonista de la serielarazon

La ficción, que acaba de estrenarse en HBO España, mezcla la ciencia-ficción y la intriga de espionaje para reflexionar sobre la condición humana.

La gran moda de 2017 en la ficción televisiva fueron los gemelos: tuvimos versiones duplicadas de Justin Theroux en «The Leftovers», de Ewan McGregor en «Fargo», de James Franco en «The Deuce» y de Kyle MacLachlan en «Twin Peaks». Y, al menos a juzgar por la serie que HBO España estrenó el pasado lunes, «Counterpart», la tendencia promete mantenerse a lo largo de este año.

¿Qué es «Counterpart»? La típica historia de espías, llena de agentes dobles y mensajes en clave y callejones insuficientemente iluminados con olor a pólvora, aunque aderezada con un ingrediente extra: una dimensión alternativa. La premisa de la serie es que, tres décadas atrás, científicos de Berlín Oriental bifurcaron accidentalmente el continuo espacio-temporal en dos universos paralelos de trayectorias cada vez más divergentes, lo que significa que todo aquel humano mayor de 30 años tiene un alter ego con el que comparte código genético y apariencia física pero no necesariamente biografía o personalidad. Es, en otras palabras, una chaladura.

Realismo sombrío

Al menos lo es sobre el papel. En la práctica, así parece en el primer episodio, la serie apenas se molesta en vendernos la faceta pseudocientífica de su concepto. En cambio, prefiere funcionar a la manera de un «thriller» lleno de tensión y marcado por el realismo sombrío propia de un relato de John Le Carré. Visto lo visto, aquí no hay rayos de tesla ni coches voladores; las armas disparan balas y los vehículos circulan por carretera. Viajar de un mundo al otro implica visados y agentes fronterizos con cara de palo y, al margen de un pasadizo oscuro y algunas puertas con barrotes, se parece bastante a pasar por los controles de un aeropuerto.

La interacción entre ambas realidades es secreta y eso proporciona a «Counterpart» miga argumental propia de una intriga conspiranoica ambientada en la Guerra Fría, que convierte el choque entre los dos mundos paralelos en una fantasiosa variación de las tensiones entre EE UU y Rusia. De hecho, sus personajes constituyen un muestrario de arquetipos esenciales en el género, como el astuto matón conocido solo por su alias, los diplomáticos grises que establecen crípticas negociaciones o el agente durmiente que lleva una doble vida. Está por ver cómo el «showrunner» Justin Marks los manejará para dar fuelle al suspense. Toda agencia de inteligencia sabe que la información es un bien muy preciado, y «Counterpart» promete administrar la que posee con extrema cautela.

La gran baza de la serie la aporta el actor J.K. Simmons, que aporta gravedad y hondura emocional a un papel –dos, en realidad– que fácilmente podría haber caído en el ridículo. Simmons encarna a Howard Silk, un burócrata cándido y apocado que ignora por completo no solo la existencia de dos mundos, sino el hecho de formar parte de la organización que coordina las relaciones entre ambos, sean estas de diplomacia o de espionaje. Su inocencia, eso sí, empieza a quebrarse cuando conoce a su propio doble, un espía de la otra dimensión frío y afilado como hoja de guillotina. Desde el principio queda claro que, al entrar en contacto, los dos Howard van a alterar ambas realidades y a influenciarse entre sí, mientras investigan a qué tipo de conspiración intermundial responde la sucesión de muertes que una misteriosa asesina a sueldo está acumulando en su historial. Son dos tipos extremadamente diferentes: uno es un pobre infeliz y el otro se comporta como James Bond; a uno le gusta la bollería, el otro tiene colesterol; uno es el marido perfecto, el otro no lo fue.

Simmons nunca ha sido exactamente un camaleón, pero a lo largo de su carrera ha sabido dar usos increíblemente variados a su cara perruna. Su versatilidad le resultará particularmente útil dando vida a una pareja de personajes que, como el ambiguo título original de la serie indica –«counterpart» significa tanto contraposición como equivalencia–, son a la vez opuestos e idénticos.

La verdadera identidad

¿Qué les pasó a cada uno de ellos para hacerlos tan distintos el uno del otro? ¿Cuál de los dos retiene la esencia de Howard Silk? Y, a pesar de sus diferencias, ¿no son fundamentalmente el mismo ser humano? Mientras nos plantea esas preguntas y otras parecidas, en los próximos episodios la serie nos hará reflexionar sobre aquello que convierte a cada uno de nosotros en la persona que somos y sobre cómo una sola decisión aparentemente nimia puede afectar de forma definitiva esa identidad.

En el proceso promete establecer con el grueso de las ficciones sobre universos paralelos el mismo tipo de conexión ambigua que mantienen los dos Howard Silk. La mayoría de esas historias intentan iluminar la condición humana y arrojar luz sobre el debate aparentemente irresoluble entre la predeterminación y el libre albedrío. Nos muestran lo que nuestro mundo podría ser para que lo contemplemos con otros ojos por lo que es realmente. Pero, mientras Howard contempla a su contraparte, todo cuanto ve es una maraña de incertidumbres. Descubrir un nuevo mundo, sugiere «Counterpart», no nos hace ver las cosas más claras, sino que deja en evidencia lo poco que conocemos acerca del nuestro.