Historia
En la voz de Chaves Nogales
Mañana, a las 20:00 horas, Carlos Alsina ofrece en Onda Cero la adaptación radiofónica de «A sangre y fuego»
Mañana, a las 20:00 horas, Carlos Alsina ofrece en Onda Cero la adaptación radiofónica de «A sangre y fuego».
Puede que éste sea uno de los proyectos, ya una realidad, más queridos de Carlos Alsina. Nunca imaginamos que el periodista de Onda Cero nos iba a hacer un regalo por adelantado el lunes a las 20:00 horas con «Tributo a Manuel Chaves Nogales» y la adaptación radiofónica de tres de los relatos de «A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España», una de sus obras más reconocidas y fundamentales para saber lo que ocurrió durante la Guerra Civil a pesar deque sea más una crónica de urgencia, aunque, como en todos sus textos, haya espacio para la reflexión. Prueba de ello es el prólogo de «A sangre y fuego». En él se define como «un pequeño burgués liberal», tan enfrentado ideológicamente al comunismo de Rusia como al fascismo italiano. Se calificaba como «un antifascista y antirrevolucionario por temperamento». Alsina se ha encargado del trabajo creativo y se apoya en un elenco de voces profesionales a las que se suman, como ya es tradicional en sus ficciones por un «casting» «amateur» formado por redactores, productores y técnicos de la emisora. Además, conversará con Arturo Pérez Reverte y Andrés Trapiello.
Prosa sencilla
¿Qué decir de Manuel Chaves Nogales que esté a la altura de su figura? Que tenía la primera y la más decisiva cualidad que debe poseer un periodista: curiosidad y que no entendía la labor de informar como compartimentos estancos. En la época que vivimos, la de la especialización, Chaves Nogales tenía múltiples intereses informativos. Pero nada de esto tendría importancia, o no tanta, sin su prosa: sencilla, pulcra, precisa y sentida, escribió sobre los renglones torcidos de España y Europa, desde la inquietud, la impotencia y también el dolor.
Como informador fue un crítico espectador de los acontecimientos históricos más importantes de la primera mitad del siglo XX: la Revolución Rusa, la II República –sus escritos sobre la ocupación del Ifni, la vibrantes sesiones parlamentarias, la Revolución de Asturias, el auge del anarquismo, son excepcionales– la Guerra Civil, el ascenso del nazismo y el día a día político y social de Francia, Alemania e Italia. Incluso se atrevió con la biografía «Juan Belmonte, matador de toros» publicada por entregas en la revista «Estampa» y que está entre lo mejor de sus textos. Entre las personalidades que entrevistó estuvieron Alfonso XIII, Humberto de Saboya, Churchill, Goebbels, el arzobispo de Canterbury Charlie Chaplin, entre otros. Entre los periódicos y publicaciones para las que trabajó figuran «El noticiero sevillano», «El Heraldo», «Estampa» y «La gaceta literaria». Fue un periodista de referencia en su época y, en 1927, ganó el premio Mariano de Cavia por el reportaje «La llegada de Ruth Elder a Madrid».
Puede que para los jóvenes estudiantes de Periodismo fuese más provechoso leer a Chaves Nogales que muchas de las asignaturas que estudian. Solo se aprende a escribir leyendo y, en el caso del andaluz, sus libros son también unos grandes textos de Historia. «¿Qué pasa en Cataluña?» –una crónica de la comunidad autónoma durante la II República– tiene plena vigencia. En ella llega a decir que, por definición en el caso catalán le parecía confuso hasta verse en la tesitura de iniciar sus reportajes aludiendo a su dificultad para indentificar a «vencedores» y «vencidos». Es más que recomendable descubrir «La defensa de Madrid», un reportaje novelado sobre aquellos días en los que la capital de España estuvo a punto de ser tomada por el bando franquista. Y, para entender lo que sucedía en Alemania durante el ascenso de Hitler solo hay que detenerse en las páginas de «Bajo el signo de la esvástica», recopilación de crónicas de 1933. En este volumen ya contaba la persecución a los judíos y la existencia de los campos de exterminio. Su gran virtud es que no se ceñía a contar una noticia, también, y lo que es más digno de valor, era que sabía contextualizarla.
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