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"Good omens": El fin del mundo se acerca, y es una risa
Terry Pratchett y Neil Gaiman, dos gigantes del fantástico, firman una comedia apocalíptica.
Terry Pratchett y Neil Gaiman, dos gigantes del fantástico, firman una comedia apocalíptica.
Es imposible resumir todo lo que dos autores tan populares como los británicos Neil Gaiman y Terry Pratchett han aportado al género fantástico. Gaiman lleva 30 años acumulando cómics, –«The Sandman, cuentos y novelas», «Stardust», «Coraline» y «American Gods», por ejemplo– que ya han sido llevadas al cine o a la televisión. Pratchett, que falleció en 2015, dejó a su vez un legado inmenso, en el que destaca la saga «Mundodisco», compuesta de 41 novelas. Antes de dejarnos para siempre, hace tres décadas, escribió a cuatro manos con Gaiman la novela «Buenos presagios» (publicada por Timun Mas), que ahora, con el propio Gaiman como «showrunner», Amazon Prime Video estrena manteniendo el título original.
Aquella momentánea fusión de talentos tiene su reflejo en esta adaptación que concentra la acción en seis capítulos, y lo cierto es que no cuesta demasiado imaginarse a los escritores con las alas de los protagonistas, un ángel blanco y un ángel negro, que aunarán sus esfuerzos en una improbable joint venture para evitar que el Apocalipsis llegue a producirse. Llevan revoloteando por nuestro mundo desde que Adán y Eva se fugaron del paraíso, y le han tomado el gusto a placeres humanos como la buena comida y el buen vino. Gaiman, decimos, encaja como un guante en la piel del demonio al que da vida David Tennant –protagonista de la serie «Doctor Who»–, mientras que el enviado celestial encarnado por Michael Sheen (conocido por muchos por su trabajo al frente de las cuatro temporadas de «Masters of Sex») bien podría ser ese Pratchett que lleva unos años contemplándonos desde los cielos.
Carisma y complicidad
La serie se sustenta en el carisma y la complicidad que ambos actores derrochan mientras escenifican una relación que oscila entre el compañerismo travieso y el amor no consumado. En el reparto aparecen otros nombres famosos como Frances McDormand como la voz de Dios –solo en versión original– y Jon Hamm metido en el traje blanco del arcángel Gabriel, todavía esforzándose en hacernos olvidar que una vez fue el publicista en perpetua caída libre de la serie «Mad Men».
La serie arranca cuando desde el infierno mandan al hijo del Diablo, que llevará la Tierra al Apocalipsis. En un principio tenía que llamarse Damian y hacerse pasar por el hijo del embajador estadounidense, como en «La profecía» (1979), pero nada sale según lo esperado. Sea como sea, y al contrario que aquel clásico de Richard Donner, la serie no tiene la intención de meternos el miedo en el cuerpo sino, muy al contrario, la de provocar carcajadas. Y, si se trata de especificar qué tipo de humor es el que aquí se gasta, quizá sea útil explicar que, en su día, el ex Monty Python Terry Gilliam quiso llevar a «Good Omens» a la pantalla, e incluso había convencido tanto a Johnny Depp como a Robin Williams para que protagonizaran el proyecto; pero por entonces dos aviones acababan de estrellarse contra las Torres Gemelas, y una comedia apocalíptica no era algo en lo que nadie quisiera invertir su dinero. Casi dos décadas después, pese a que hoy el fin del mundo parece incluso más cerca que entonces, paradójicamente sí parece apetecernos echar unas risas a costa del juicio final. Decida usted si lo que eso dice de nosotros es bueno o malo.
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