«Un gran equipo»: De Segunda

Que le digan a Beckham cómo funciona el fútbol en la gran pantalla, quien hasta sin aparecer en una cinta cobró. O recuerden aquella de los 50 con la Saeta Rubia, qué gran deportista era. Pero no todo el monte es orégano ni cualquier pelotazo traspasa la portería. Sucede que el tiro se queda corto, como le ocurrió a «Un gran equipo», o que varias viejas glorias deben volver con los toques de pelota aunque de forma física y emocional anden más inestables que Lindsay Lohan. Veamos la historia: Patrick Orbéra, una antigua estrella del balón, acaba sin trabajo y arruinado. Para ver a su hija tras un sonado divorcio, debe conseguir un empleo estable, de ahí que marche a una isla bretona para entrenar al equipo local, formado por pescadores de prominentes barrigas y mirada un poco adusta. Misión: ganar tres partidos, reunir dinero gracias a ello y salvar la fábrica de conservas de la localidad, para lo que echa mano de otros colegas caídos en desgracia. A veces el filme tiene chispa (durante los disparatados entrenamientos, por ejemplo), pero los excesos (con las drogas, el alcohol), dramas y circunstancias personales de estas otrora figuras del césped suenan demasiado cándidos y descafeinados. Y si lo dudan, visiten ciertas discotecas españolas para comprobar hasta dónde.