Buenos Aires
El censo de aves antárticas se amplía con cuatro nuevas especies de petreles
El censo de aves antárticas se ha ampliado con cuatro especies de petreles, familiares de las gaviotas, que nunca habían sido incluidas en los catálogos tradicionales.
El censo de aves antárticas se ha ampliado con cuatro especies de petreles, familiares de las gaviotas, que nunca habían sido incluidas en los catálogos tradicionales, y que ahora aparecen descritas en una nueva guía, la primera en idioma español, elaborada por científicos argentinos.
La inclusión de las nuevas especies, "que siempre estuvieron allí"a pesar de no haber sido registradas en bibliografías anteriores, es fruto del estudio efectuado durante 15 años por el equipo del investigador argentino José Luis Orgeira en el continente blanco.
"La diferencia entre este trabajo y otros más tradicionales, que suelen ser libros de autores angloparlantes, es que hemos aportado información muy actualizada de especies que están en la Antártida pero que no eran consideradas como tal", explicó a Efe Orgeira.
La exclusión de estos nuevos petreles de los antiguos listados se debe, según el científico, a que su expedición ha cubierto constantemente durante los últimos años "áreas geográficas que otra gente no había hecho".
"La distribución de las especies estaba desactualizada. Lo que hemos hecho ha sido demostrar que aquellas que no se consideraban antárticas, sí lo son", precisó.
Estas cuatro especies de petreles, unas de las aves voladoras de mayor tamaño junto a los albatros, no son tan abundantes ni conocidas como otras, "sino que son especies raras, porque hay muy pocas posibilidades de ser observadas".
"No son como los pingüinos -una colonia de ellos en la Antártida puede reunir a 700.000 individuos-, estas especies son tan difíciles de observar que simplemente fueron ignoradas", indicó Orgeira.
Los nuevos petreles registrados pertenecen al género "Pterodroma", consumen el mismo tipo de alimento y es muy difícil verlos en grandes grupos o en las costas.
"Son animales que salen a volar y permanecen 20 ó 30 años en el mar, en áreas muy específicas. No necesitan ir a tierra. Viven en el mar, comen en el mar y duermen en el mar. Solo se acercan a las costas para reproducirse de vez en cuando", aclaró el investigador.
"Y cuando lo hacen -prosiguió- no nidifican en la Antártida, sino en zonas subantárticas como Madagascar o Tasmania, de acceso prácticamente imposible para los investigadores".
Lo más interesante de las cuatro especies es, subraya Orgeira, "que independientemente de las condiciones ambientales que hemos observado durante las expediciones, como el calentamiento de las temperaturas, siempre han estado en la Antártida, aunque nunca hayan sido consideradas como tal".
"No están ahí por casualidad o porque fueron arrastradas por los cambios climáticos, siempre fueron antárticas", remarca.
Precisamente, el cambio climático, afecta a todas las especies de aves marinas que habitan en el continente blanco -36 en total- en especial el deshielo, bajo el que se encuentran muchos organismos plactónicos que les sirve de alimento.
"El hielo no sirve sólo para hundir los buques, sino que es un elemento ecológico muy importante. Sin hielo no hay alimento y las aves o no se reproducen o alteran su ciclo reproductivo para la siguiente estación, esperando un periodo más favorable. Los cambios son notables y drásticos", explicó Orgeira.
También el deshielo obliga a las aves a migrar a otras zonas para buscar alimento, "y cuanto más lejos tienen que ir más vulnerables dejan a las crías y el riesgo de que decrezca la población es mayor".
"La mayoría de las especies marinas corren algún tipo de riesgo, pero no de extinción, sino de caída poblacional. Muchas especies que nidifican en las islas subantárticas sufren el acoso de todo tipo de roedores, gatos, conejos o zorros que fueron llevados por el hombre durante la colonización", indicó el científico.
Después de pasar los últimos dos meses en la Antártida, Orgeira regresará al continente blanco el próximo año para continuar profundizando en el estudio de las cuatro especies de petreles incluidos en la nueva guía.
"La base de datos se va ampliando y en un año podremos tener mucha más información sobre su comportamiento", concluyó.
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