Afganistán
El opio y el contrabando destruyen uno de los mayores humedales de Irán
El cultivo de la amapola del opio y las barreras dispuestas para evitar el paso de contrabandistas han causado la destrucción del lago Hamun, uno de los mayores humedales de Irán, fronterizo con Afganistán, que las autoridades tratan de recuperar, informa Efe.
Ubicado en una de las zonas más conflictivas del mundo, entre la provincia iraní de Sistán y Baluchistán y la afgana de Helmand, donde campan terroristas y contrabandistas de heroína, el lago Hamun, de unos 5.000 kilómetros cuadrados, está completamente seco desde hace unos 16 años, con esporádicos momentos de recuperación.
Su desaparición ha generado graves problemas a la población de la zona, que se ha visto forzada a emigrar o a ver gravemente dañada su tradicional y sostenible forma de vida, obligándoles a vivir de la ayuda estatal.
El drama del Hamun, que ofrecía posibilidades de pesca y acuicultura además pastos frescos y agua para el ganado, comenzó cuando en el lado afgano, desde donde le llegaban sus principales fuentes de agua, se construyeron diques de contención.
"Afganistán ha construido presas y muchos afganos han desviado el agua para regar sus amapolas" con el objetivo de producir opio, dijo a Efe Ahmad, un hombre de unos 45 años residente en una aldea cerca del humedal.
Esta acusación fue rechazada por el embajador afgano en Irán, Ahmad Nur, quien señaló que su país nunca impidió que el agua corra hacia el humedal, y que el motivo de fondo de esta sequía es el cambio climático y no el uso que en su país se hace de este recurso.
El diplomático reconoció igualmente que los problemas del lago son comunes para ambos países, e incluso peores en su país, ya que mientras Irán vivió tres décadas de crecimiento, Afganistán no ha pasado más que guerra y problemas.
En cualquier caso, en su guerra contra el tráfico de la heroína afgana en su camino a Occidente, y otros tipos de contrabando, Irán bloqueó partes de la zona fronteriza con arena, lo que ha empeorado todavía más la situación al impedir también el paso de agua, según denuncian lugareños.
Con motivo del Día Internacional de los Humedales el pasado mes de febrero, el Gobierno iraní organizó una visita de diplomáticos y periodistas internacionales al lago para pedir al mundo colaboración y ayuda para rescatar esta zona y revertir los daños ambientales causados.
"Cuando el lago estaba lleno había posibilidad de vida, facilidades. Había muchos ganaderos, y pesca. Desde que se secó, no tenemos nada, tenemos que traer hasta el agua para beber desde la capital de la provincia. Para las vacas tampoco hay agua. Si hubiera agua se nos solucionarían muchos problemas. Esto destruyó nuestra vida, ahora no tenemos nada", se lamentó Husein Sanchulí, otro viejo campesino local.
La desaparición de ese lago también ha tenido otras consecuencias, algunas verdaderamente siniestras.
Además de la migración a otras zonas de Irán, varias personas con las que contactó Efe confirmaron que la ausencia de oportunidades ha fomentado una radicalización religiosa en una de las pocas zonas de mayoría suní en un país abrumadoramente chií.
"Se marchan muchos con (el grupo) Estado Islámico, porque éstos pagan bien y pagan en dólares y aquí no hay oportunidades", afirmó un conductor de la zona, en un extremo que no pudo ser confirmado por Efe con fuentes oficiales.
Además, el lago refrescaba un poco el ambiente seco y caluroso de la zona, pero ahora que está seco, los fuerte vientos levantan los sedimentos secos del fondo del lago, y provocan contaminación y tormentas de arena.
Autoridades locales, como Dadjoda Safdarí, responsable adjunto de asistencia educativa en la región, reclaman ayuda sobre todo para los más jóvenes, cuya nutrición se ha visto afectada y en los que se han multiplicado las enfermedades respiratorias, lo que ha causado también problemas en el nivel educativo de la población.
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